La casa de ‘La Capitana’ se quedó sola



El ex alcalde Samuel Moreno y su hermano, el ex senador Iván Moreno, tenían un alias, como se estila entre los ilegales, para delinquir. A Samuel le decían como a ‘la Doctora’ y a Iván como ‘el Jefe’. Y cuando se referían a los dos, aludían a ‘la casa’. ‘La Casa Moreno’, que además de ser un clan, representa un centro de poder político, un fortín electoral –la Anapo-, heredado del general Rojas Pinilla.

Pero la ‘Casa Rojas’ también es una vieja casona en el Barrio Teusaquillo donde vive La Capitana, la mater familia, María Eugenia Rojas de Moreno y su esposo Samuel Moreno Díaz, y donde se tomaban las grandes decisiones de la administración de Samuel Moreno. Hablar de ‘La Casa’ era hablar del poder unificado de hijos y madre que ejercieron no solo durante los tres años largos del gobierno de Samuel, sino durante la campaña que lo llevó a la Alcaldía de Bogotá. En opíparos desayunos, con tamales y arepa santandereana, almuerzos con cabrito, cenas y cocteles se cocinaron acuerdos, aportes económicos y finalmente nombramientos, y, como se ha ido sabiendo, decisiones contractuales. Hace poco y en plena audiencia pública, el Procurador Alejandro Ordóñez mostró un mensaje donde los primos Nule decían que en aquella casa se habían tejido varios entuertos del escándalo más grande de corrupción que ha sufrido Colombia. Por allí pasó la clase política bogotana en pleno, a veces incluso amenizada con la presencia de las estrellas del toreo, que en la época de la temporada taurina eran unos invitados obligados.

Esta casona de los años 40 habitada por la familia desde los tiempos del general Rojas Pinilla, ha sido protagonista de una parte de la historia del país. El plan para tomarse de facto la Presidencia de la Republica en 1953 se tejió allí. Esas paredes fueron entonces cómplices de las movidas del dictador, así como de las que realizó 17 años después, cuando intentó llegar nuevamente a la Presidencia y fue derrotado, de una manera poco clara, por Misael Pastrana. Por esa gran puerta salió a pie ese 19 de abril de 1970 el General, acompañado por doña Carola, con rumbo a la sede de la Nunciatura Apostólica, a media cuadra de distancia, para firmar el acuerdo con Carlos Lleras Restrepo y entregarle pacíficamente la presidencia a Pastrana Borrero. Una decisión que no compartió su hija, María Eugenia, más radical que él y una convencida de la fuerza de las bases Anapistas.

La inconformidad de los miles de electores, frustrados por los resultados electorales, dio origen al Movimiento 19 de Abril, más conocido como el M-19. Con el triunfo electoral de su hijo Samuel para el segundo cargo de elección popular del país y el de Iván para el Senado, La Capitana creyó reeditar el viejo poder de la Anapo. Para ella, el Polo Democrático nunca fue más que una alianza electoral y por eso nunca dejó de ser la anfitriona de los amigos de ‘La Casa Moreno”, en quienes confiaba llevarían a Sammy, como llama a su primogénito, a la Presidencia.

El sueño político y familiar parece haberse frustrado. Los compañeros de ruta de Samuel Moreno han tomando distancia. Sólo seis personas del Comité Directivo Nacional del Polo se apartaron de la decisión mayoritaria de solicitarle su renuncia como alcalde, y los funcionarios cercanos están siendo removidos del gobierno distrital. La última en salir esta semana fue Martha Lucía Vega, declarada insubsistente por la nueva administración: una bumanguesa cercana a La Capitana y a Iván, quien tenía en sus manos la millonaria licitación para la dotación y la atención alimentaria de los niños de las escuelas del Distrito, Vega frecuentaba cotidianamente la casa de Teusaquillo para hacerle compañía a María Eugenia.

‘La Casa Moreno’ ha quedado reducida un cuartel de abogados donde se construye la estrategia jurídica de la defensa de los hermanos Moreno. El ex senador Iván fue detenido en el preciso momento en que llegaba para asistir a una reunión con su abogado Jaime Araujo Rentería, y Samuel es un visitante diario. La amplia mesa del comedor estilo Luis XV, con su cristalería, cubiertos Christofle y su vajilla de ribete dorado con el escudo de Colombia, de los tiempos del general, quedará a la espera de que lleguen tiempos mejores. Por el momento, la casa de ‘La Capitana’ se ha quedado sola

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