Cómo escoger carrera, una preocupación de los jóvenes


Muchos entran a la universidad sin tener clara su real vocación. Expertos dan claves para una buena decisión.
Esteban se metió a estudiar ingeniería industrial en una universidad privada de Cali porque a ella entraron varios de sus mejores amigos del colegio. Durante los primeros dos semestres se la pasó andando con ellos para un lado y para otro, armando ‘parches’ y tirando ‘locha’.

En la academia no le iba bien. A duras penas hacía trabajos y ya tenía colgadas varias materias. Estuvo a punto de tirar la toalla, hasta que la misma universidad lo llamó a la oficina de orientación psicosocial para examinar su caso.

Esteban había entrado a la universidad a seguir haciendo vida social con sus amigos y no tuvo una orientación vocacional adecuada. Tras la orientación profesional, decidió seguir en la carrera y cambiar su actitud con sus amigos y con la academia. Ahora tiene más claro su futuro.

María Fernanda, en cambio, se matriculó en la misma carrera con la convicción de que “uno como ingeniera industrial consigue trabajo más fácil y en cualquier cosa”. Su vocación por esa carrera no está clara y, al parecer, su historia con las matemáticas del bachillerato no es muy buena. Ahora está revisando su caso con la orientadora psicosocial.

Ellos son parte del 70% de los estudiantes que en el país entran a la universidad sin una adecuada orientación vocacional. Se matriculan porque a esa universidad entraron los amigos. O porque los papás le dijeron qué estudiar y no le pagan estudios sino en determinada carrera. O porque la Universidad “es muy bonita”, “tiene prestigio” y con un título otorgado por ella “uno consigue trabajo”.

Incluso, ocurren situaciones de bloqueo en la relación de padres e hijos desde la adolescencia que no se han podido superar; el joven tiene una rabia enquistada contra los padres y frente a todo lo que ellos le dicen que haga él hace la contrario. Y se matricula en otra carrera para llevarles la contraria...

Claro, no falta el que se mete a estudiar finanzas o administración para seguir manejando los negocios de la familia.

Por eso, antes de escoger carrera --lo cual significa tomar una opción de vida y laboral para el resto de la existencia--, es necesario buscar una asesoría profesional de psicólogos y consejeros que puedan ayudarle a tomar la decisión más adecuada y conveniente.

Según María del Pilar Perdomo, directora del programa de Psicología de la Universidad Icesi y doctorada en educación vocacional, se deben tener en cuenta dos aspectos principales para orientar la vocación profesional de quienes van a escoger carrera. Uno son los aspectos individuales del estudiante y, otro, los elementos sociales y del entorno.

En cuanto a los aspectos individuales, Perdomo sostiene que “no basta con que el joven tenga interés en una carrera y que se identifique con ella, porque su decisión de estudio no sólo tiene que ver con elegir una carrera sino con lo que quiere hacer como proyecto de vida laboral”.

Se trata de que a partir de esos intereses y del conocimiento adecuado de sus habilidades, potencialidades y competencias el muchacho tome una decisión consecuente con eso. En esta parte suelen ayudar los colegios y sus psicólogos que dan algunas claves de conocimiento a los estudiantes.

Por ejemplo, quien quiere estudiar una ingeniería puede mirar su historial en matemáticas en el colegio. O quien opta por medicina debe revisar cómo le fue en materias biológicas y química. Ese es un criterio que ofrece datos para tener en cuenta

Myriam Orozco, orientadora de la Universidad Autónoma, sostiene que, en efecto, “para tomar una decisión de carrera el joven debe conocerse muy bien, identificar sus habilidades, sus aptitudes, su personalidad, ver qué le entusiasma, qué es lo que más le motiva”.

En ese sentido, debe revisar con qué materias se sentía más seguro y motivado en el bachillerato, porque eso le dará una pista de la inclinación profesional más conveniente. “Hay que hacer énfasis en ese proceso de autoconocimiento y luego mirar los intereses motivacionales, lo que quiere hacer y cómo se ve cuando termine una carrera”, agrega Orozco.

Datos claves
Para ayudar a definir la vocación de sus estudiantes los colegios realizan trabajos de campo, programan visitas con ellos a universidades y empresas e invitan a profesionales para que les digan qué hacen en su trabajo.
La Icesi promueve escuelas de verano en ciencia, política y empresa, y la Autónoma orienta a la familia sobre las responsabilidades económicas que asume.
Es bueno que el joven revise el plan de estudios antes de entrar a la carrera y pregunte por las áreas que no conoce para que tenga más claridad sobre el proceso académico.
Lo segundo que debe analizarse en el proceso de escoger carrera son los aspectos sociales y del entorno. La psicóloga María del Pilar Perdomo señala que la mayor preocupación para los estudiantes de 11 grado es la elección de carrera profesional; casi todos quieren entrar a la universidad, cuando hay ofertas técnicas y tecnológicas que son más apetecidas por las empresas y pueden tener mejores posibilidades laborales que una carrera universitaria.

Esta realidad es parte del entorno que debe valorarse. En su criterio, también vale la pena que haya conocimiento del mercado laboral por parte de los muchachos, que conozcan cuáles son las áreas de mayor desarrollo, las que generan mayor empleabilidad y cuáles son las exigencias que ese mercado les impone en cuanto a calificación de la mano de obra.

Orozco señala que eso es importante ya que, por ejemplo, hay jóvenes que quieren meterse a estudiar ingeniería mecatrónica para fabricar robots, pero cuando se enfrentan al pénsum académico no tienen aptitudes para áreas como matemáticas, cálculo o física y no pueden seguir.

En ese caso es mejor elegir una carrera técnica que lo prepare simplemente para hacer el robot sin el alcance de un ingeniero mecatrónico, dice la consejera.

Sin embargo advierte que se debe tener mucho cuidado con el criterio de empleabilidad y posibilidades laborales para inclinarse por una determinada carrera, porque no siempre suele ser el más acertado. Es el caso de María Fernanda, que quiere estudiar ingeniería industrial sólo porque de esa manera puede trabajar más fácil “en cualquier cosa”.

Financiamiento de la educación

Otro factor social que debe mirarse cuando se está decidiendo por

una carrera profesional, es la parte financiera. Se deben evaluar las

condiciones económicas de la familia, las oportunidades que ese

círculo cercano le pueda ofrecer para pagar los estudios y lo que eso significa en inversión y sacrificio para todos.

Paralelamente, es necesario que el joven y su familia conozcan programas de becas y créditos que hay en estos momentos en las universidades y entidades privadas y del Estado que financian estudios superiores.

Porque se da el caso que hay quienes están interesados en entrar a la universidad y no lo hacen porque no conocen el sistema de becas ofertadas o los sistemas mixtos de financiación que tienen las universidades. Algunas dan becas desde el 25% al 100% para estudiantes de escasos recursos y alto rendimiento.

Porque si la persona entra a la universidad con la incertidumbre de si el papá no tendrá con qué pagar el próximo semestre, no podrá tener un buen desempeño.

Deserción y pruebas

Según el Observatorio Colombiano de Universidades, el año pasado había 1.444.000 estudiantes matriculados en la educación superior en el país.

Los niveles de deserción, sin embargo, son muy altos. De cada cien estudiantes que se matriculan sólo cinco terminan.

Hay instrumentos estandarizados para trabajar la orientación profesional. Con ellos se explora la personalidad del muchacho, su historia personal y lo que se llama el ‘genograma de profesiones’, que es el historial familiar de carreras y ocupaciones de abuelos, padres, tíos y hermanos que puede ser determinante en la elección del muchacho.

También hay pruebas de evaluación de intereses, vocaciones, actitudes, aptitudes e historial del colegio.

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