Colombia, país de América Latina donde más hogares viven en arriendo

Solteros y divorciados son quienes tienen mayor probabilidad de vivir en alquiler, según el BID.

El fuerte incremento en los precios de la vivienda nueva de los últimos años, la falta de recursos para completar la cuota inicial, la necesidad de estar cerca del lugar de trabajo y la posibilidad de vivir en un inmueble más amplio, pagando casi lo que se pagaría de cuota mensual en uno de menor área y en una ubicación más alejada, han hecho que Colombia lidere el escalafón de los países de América Latina y el Caribe en materia de tasas de alquiler de casas y apartamentos.

Si bien Colombia sigue siendo un país mayoritariamente de propietarios, varias ciudades del país comenzando por Bogotá, son las que están al frente del listado de las metrópolis con mayor porcentaje de hogares que viven en arriendo, según el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), denominado “Se busca vivienda en alquiler”.

De acuerdo con el documento, entre las 10 primeras naciones de la región el país está por encima de naciones como República Dominicana, Antigua y Barbuda, Honduras, Ecuador y Bolivia, al tener una tasa cercana al 40 por ciento.

Y si se miran las ciudades, la capital también está en el primer lugar, con un porcentaje superior al 40 por ciento, seguida por Santo Domingo (República Dominicana), pero también acompañada por Cali y Medellín, que quedaron en el tercer y cuarto lugar de este escalafón, respectivamente, con tasas del orden del 35 por ciento.

En otras palabras, mientras en América Latina y el Caribe uno de cada cinco hogares vive en arriendo, en países como Bolivia, Ecuador y Honduras esta relación se eleva a uno de cada cuatro personas, mientras en Antigua y Bermuda, República Dominicana y Colombia uno de cada tres hogares usa esta modalidad.

Múltiples razones

De acuerdo con Gabriel Parra Silva, presidente de la firma RV Inmobiliaria, hay una mezcla de razones para que muchas personas no decidan ser propietarios. “En arrendamiento muy seguramente se encuentra una mejor vivienda a un menor precio de lo que se pagaría por un crédito hipotecario en una casa comprada”, asegura.

Por ejemplo, con 2,5 millones de pesos aproximadamente una persona paga un crédito hipotecario de 250 millones de pesos, mientras si se toma en arriendo probablemente la misma persona podrá residir en un inmueble de unos 500 millones de pesos con este valor mensual.

El directivo señala que hoy en materia de vivienda “la gente quiere calidad de vida, con mejor ubicación, mejores áreas y que ofrezca una gama de servicios”, señala.

Otro factor clave es la movilidad, pues en ciudades como Bogotá, Cali o Medellín, donde los desplazamientos toman más tiempo (ya hay servicio de taxi en helicóptero para ejecutivos), muchos trabajadores prefieren estar libres para que, en caso de que las compañías en las cuales trabajan los muevan de sede, inmediatamente se mudan a una casa o apartamento cercano a su nuevo sitio de trabajo.

Quienes como Parra están en el negocio inmobiliario, explican que las personas dedicadas a la finca raíz invierten tanto en proyectos de bajo costo en las zonas de menores recursos, pero también en los barrios más exclusivos. “Hay zonas en el sur de Bogotá que en inmuebles comerciales tienen más rentabilidad que el norte”, explica Parra.

Precios también ayudan

Mientras los precios de la vivienda nueva siguen presentando variaciones trimestrales cercanas al 10 por ciento, para el caso de los contratos de arrendamiento, cuando se dan las renovaciones, se hacen solamente con base en el costo de vida (inflación), pues la ley establece que el incremento solo puede ser de este valor.

Esta es otra de las razones de peso por las que sigue siendo atractivo para los colombianos seguir viviendo en arrendamiento, ya que el canon sube solamente en este porcentaje.

Además, las vías principales y el transporte masivo mueven mucho la demanda y el requerimiento de los clientes, pues si alguien vive en el estrato 6 o 5 le interesa estar cerca de vías principales y al mismo tiempo del transporte masivo, para que, por ejemplo, las empleadas domésticas puedan llegar con facilidad al trabajo y devolverse de igual forma a sus casas.

Quienes trabajan y viven en arriendo buscan la cercanía con las estaciones y relativamente a los centros empresariales.

El perfil del arrendador

Según el estudio del BID, en Colombia, Chile, México y Argentina y Bolivia, en cuanto al estado civil, se observa que entre los viudos la tendencia a alquilar es menor, mientras entre los divorciados es mayor, seguidos por las personas solteras.

Entre tanto, el nivel educativo no parece tener ningún efecto en las decisiones de tenencia, mientras al revisar el tipo de empleo los resultados son variables, aunque los trabajadores asalariados tienen más probabilidad de alquilar que los jefes o quienes trabajan por cuenta propia.

Además, según el estudio, la oferta de vivienda en alquiler tiene mejores condiciones en materia de infraestructura y materiales de construcción que la vivienda informal, y condiciones similares a la vivienda formal incluso en los grupos de ingreso más bajo.

Mientras el Gobierno afina las políticas para subsidiar el arriendo en los sectores de menor ingreso, el BID llama la atención porque el alquiler puede convertirse en una alternativa eficiente y efectiva en cuanto a costos para resolver el déficit habitacional, que actualmente afecta al 40 por ciento de los hogares de América Latina.

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