Empresa colombiana promociona ropa blindada en México para periodistas amenazados por la 'mafia'

Se trata de la firma Miguel Caballero, que exporta sus productos a más de veinte países y es conocida como 'el Armani' de la ropa blindada.

La compañía considera una necesidad apremiante asegurar la integridad física de los comunicadores, cuya situación en México ha sido denunciada por varias organizaciones de derechos humanos. En lo que va de año, se ha cobrado la vida de diez periodistas.

De acuerdo con Javier Di Carlo, gerente de ventas en México, "el reportero mexicano está desprotegido ante la coyuntura que día a día se vive en el país", así que su compañía fabrica un tipo de chaleco, idéntico en apariencia a ésos repletos de bolsillos que suelen lucir los fotógrafos, capaz además de detener las balas de armas de muy diversos calibres.

No reveló cifras ni nombres de clientes 'relevantes', excepto el de la estrella del cine de acción Steven Seagal, puesto que "lo último que los clientes quieren es que se sepa que están blindados".

Pero Di Carlo reconoció que "no se ha incrementado la venta" del chaleco para reporteros, aunque opinó que "sí tendría que haberlo hecho", vista la situación de amenazas y agresiones a medios que se inscribe en la ola de violencia atribuida al crimen organizado que, desde 2006, se ha cobrado 28.000 vidas en México.

De todas formas, manifestó su respeto al deseo de los periodistas de "no estar blindados de cabeza a pies como si fueran policías". "Estamos acostumbrados a ver esta prenda en policías y militares que llevan veinte kilos encima, y los periodistas se resisten a vestirse como si estuvieran en guerra", sostuvo.

Según Di Carlo, esa resistencia procede del desconocimiento de las posibilidades y prestaciones que hoy en día ofrece la ropa blindada. "Cuando vendemos una prenda, lo último que decimos es que está blindada, porque tiene muchas otras características", indicó, y citó los materiales de primera calidad (los que usa la NASA para los trajes de sus astronautas) y los acabados que han hecho célebre a su marca.

De las perchas de la tienda con la que Miguel Caballero cuenta en el distinguido barrio capitalino de Polanco, cerca de las boutiques de Hugo Boss y Cartier, cuelgan decenas de prendas de diseño exclusivo, de las que pocos apreciarían a simple vista -y quizás tampoco a partir de su ligero tacto- que son antibalas.

La confección a mano y el trabajo de los investigadores de la firma han permitido reducir el peso de los chalecos, 'blaziers' y cazadoras a poco más de un kilo, que la elaboración a medida del cliente hace aún más discreta.

Todo empezó cuando el fundador, Miguel Caballero, estudiaba en la universidad colombiana y contemplaba cómo, todos los días, los escoltas de una compañera se paseaban con sus chalecos antibalas en la mano, relató Di Carlo.

Cuando Caballero les preguntó por qué hacían eso, los guardias le respondieron que porque "eran incómodos y pesados". Y entonces se abrió una nueva vía de mercado: el de prendas blindadas que fueran flexibles, cómodas y, sobre todo, discretas.

"Si no son discretas, la gente no las quiere usar", zanjó Di Carlo, que describió la línea étnica con la que Miguel Caballero se ha adaptado a los gustos y tendencias de países como China e India.

Desde las túnicas y kurtas, como la chilaba blanca que se exhibe en la boutique de Polanco, hasta las guayaberas, camisas típicas de varios países latinoamericanos adornadas con alforzas y bordados, y lo que parecen simples camisetas de manga corta de algodón. Sus 'best-sellers' en México son las cazadoras de cuero negro y los polos.

Miguel Caballero tampoco descuida al público femenino, pese a que "casi el 90 por ciento" de las agresiones "sean a hombres y las de mujeres deriven, normalmente, de la agresión al hombre a quien acompaña", detalló Di Carlo, que lo atribuyó al escaso número de mujeres con altos cargos políticos en el país.

Entre las prendas femeninas de la marca destacan varios chalecos de cuero y un abrigo tres cuartos a cuadros blancos y negros, en la línea de las últimas tendencias.

Todo este 'fashion', como lo llama Di Carlo, llegó tras años de trabajo, cuando el cliente "se empezó a definir" y demostró que quería usar prendas como aquellas a las que estaba acostumbrado.

Y fue así como los chalecos de los escoltas y los de los fotógrafos se conjugaron en uno que responde a la violencia que acecha a la libertad de expresión en México y en muchos otros países de Latinoamérica y el mundo.

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