Farc y bandas delincuenciales sacan tajada del 'sueño americano'


Cobran hasta 1.500 dólares por pasar, de Ecuador a Panamá, a un inmigrante de África o Asia.

Dos de la mañana. Puerto El Waffe. Turbo, Urabá antioqueño. Veinticinco personas se acomodan como pueden en una lancha de no más de 7 metros de largo que empieza a salir de las malolientes aguas del pueblo con el motor casi apagado, para no llamar la atención. Lentamente bordea la costa rumbo al Chocó.
En las siguientes cuatro horas sólo dos de ellas, el motorista y su ayudante, podrán pararse a estirar las piernas. Las otras 23 tienen orden de no asomar la cabeza. Son extranjeros ilegales que han atravesado a escondidas media Colombia y para los que el 'sueño americano' parece estar un poco más cerca.
Los que vienen de Somalia, Etiopía y Eritrea, los países más pobres del continente más pobre, África, seguramente recordarán que en barcas mucho más grandes, pero igual de hacinados, iniciaron varios meses atrás su éxodo. Y con terror, rato después, verán que los lancheros detienen los motores lejos de la playa y frente a un gran río amarillo, el Atrato. Los que no lo vivieron conocen de memoria las historias de los traficantes árabes que suelen arrojar al mar a decenas de sus 'clientes', porque las barcas en las que suben a 200 no pueden ni con la mitad de ellos.
El susto del Atrato sólo es un trasbordo a la lancha que los llevará selva adentro. Lo que sigue es una marcha que puede durar cinco días por las trochas que cruzan la serranía del Darién hacia Panamá, la siguiente estación de la ruta que mueve el tráfico humano hacia Estados Unidos. Y en Chocó, como en África, no tendrán más remedio que seguir dejando sus vidas en manos de los 'coyotes' (traficantes de personas) que a esta altura de la historia les habrán arrancado por lo menos 15 mil dólares para llevarlos a la 'tierra prometida'. Coronar 'el hueco' (el paso de México a EE.UU.) les costará una cifra similar.
Periodistas de EL TIEMPO recorrieron la principal ruta usada por los extranjeros ilegales en Colombia. Por 27 trochas clandestinas en Nariño, pero también por el Puente Internacional de Rumichaca, frontera con Ecuador, empiezan un viaje de más de 1.400 kilómetros hasta Urabá, a veces en un solo envión de dos días y otras por trayectos que pueden tomarse una semana o más.
Hasta finales de agosto pasado, el DAS, la autoridad migratoria colombiana, había deportado o expulsado a 607 de esos extranjeros ilegales, cerca del doble de todo el 2009 (356 casos). Desde el 2007, van más de 1.800, procedentes de tierras tan lejanas como China, Nepal, Bangladesh, Afganistán o Paquistán. Casi ninguno habla español y lo único que tienen claro es que si alguna autoridad los sorprende y terminan deportados hacia Ecuador, de nuevo volverán a intentarlo. Seis eritreos que fueron devueltos de Cauca a ese país el 4 de septiembre pasado fueron de nuevo sorprendidos por el DAS 13 días después, esta vez en Apartadó.
El Gobierno de la vecina nación, a donde los colombianos tienen que entrar hoy con pasado judicial apostillado, decidió en junio del 2008 que ciudadanos de cualquier país del mundo podían entrar sin necesidad de visa. Y de inmediato, las redes de traficantes que operan desde Emiratos Árabes y desde Ámsterdam (Holanda) aprovecharon para hacer un ajuste en sus rutas. Lo que antes eran pequeños grupos de africanos que entraban a Colombia por la frontera con Brasil después de hacer un durísimo viaje de un mes entero a través del Atlántico, escondidos en barcos de carga, empezaron a aparecer por decenas, provenientes de Quito. También se disparó la llegada de asiáticos al Aeropuerto Mariscal Sucre.
El problema tomó tales proporciones que hace dos meses el presidente Rafael Correa decidió reimplantar la visa para varios países africanos y asiáticos.
"Viajamos en taxi desde Quito hasta la frontera. Nos hospedábamos y al otro día salíamos en otro taxi y así fuimos de ciudad en ciudad, pero nunca supe en dónde estaba porque me decían que no hablara con nadie. Pagué mil dólares para que me llevaran hasta Panamá", le dijo al DAS de Antioquia, Alagmir, de 31 años, uno de los 113 nacidos en Bangladesh que han sido retenidos este año por los controles migratorios.
Viajan casi sin maletas y últimamente sin plata, para evitar los robos (se sabe que les hacen giros a través de casas de cambio a lo largo de toda la ruta). Duran días sin bañarse y, en el caso de los chinos, sólo comen pastillas de vitaminas. La orden es no hablar, no sólo para proteger a los traficantes sino para evitar que el acento los delate y los ponga de nuevo en la frontera sur.
En Ecuador, las mismas redes que envían cartuchos de fusil y explosivos para la guerrilla mueven a los ilegales. Autoridades colombianas pidieron investigar a un coronel del vecino país que aparece mencionado en varios casos de tráfico de personas, especialmente de chinos, a través del Pacífico.
Es un millonario negocio ilegal -el tercero más lucrativo, después del narcotráfico y el mercado negro de armas- que en Colombia termina engordando las arcas de los grupos armados. En la frontera con Ecuador, donde comienza la ruta, el frente 48 (el mismo que cuidaba a 'Raúl Reyes') se cobra con munición y explosivos. En Turbo, 'los Paisas' se quedan con 100 dólares por cada extranjero ilegal que va a Chocó. Sus redes vigilan las casuchas donde los inmigrantes se esconden por días, mientras se completa el cupo para la lancha.
El paso hacia Panamá lo controla el frente 57 de las Farc y no vale menos de 400 dólares. En enero de este año, en una operación en Acandí (Chocó) contra alias 'el Becerro', considerado uno de los grandes narcos de esa guerrilla, la Armada encontró varios pasaportes de Eritrea. Y algunos de los que han logrado cruzar y luego han sido detenidos en Panamá o Costa Rica aseguran que siempre les preguntan si quieren quedarse con las Farc.
Por supuesto, ninguno se queda. Sobre todo los africanos, vienen huyendo de conflictos internos que han desplazado a millones de personas. Y desde que salen van con la mira fija en llegar a Estados Unidos y empezar a pagar el viaje de la única forma que pueden hacerlo: trabajando sólo por la comida y la dormida por cinco o más años para las mafias que los sacaron de sus países. Sus familias en los países de origen son la garantía.
Voces
Interceptación a un 'coyote' africano
La muerte de un ilegal
"Sí, él murió (...) Están cobrando 34 millones para llevarlo a África (...) Para él la vida (fue) muy difícil, él caminar mucho. Aquí cerquita él murió (...) Un muchacho joven, 26 años. Acá, todos muy tristes".
Ilegales, casi todos hombres jóvenes
Dice un grupo de ayuda
"Todos han soportado cualquier tipo de abusos. Pero las mujeres que hacen el viaje y sus compañeros sufren más que los otros (...) Ellas están expuestas en el viaje y a caer en redes de prostitución".
Llevar un 'ayudante' extranjero, lo nuevo
Hasta hace un año, los traficantes contrataban buses enteros para mover a los inmigrantes. Una modalidad nueva es pagarles a los camioneros 200 mil pesos por llevar a uno o dos. Supuestamente son sus ayudantes.
2 mil personas movió una red en 3 años.
El año pasado, el Tribunal Superior de Bogotá condenó al etíope Yohannes Enefh Negussie a 5 años por tráfico de personas. Su red, según el DAS, llegó a mover 2 mil personas, casi todas de África, en 3 años.
63 cubanos han sido retenidos
Desde Cuba, que está a menos de 150 kilómetros de Florida, también están llegando personas que van por el 'sueño americano'. Consiguen invitaciones en Ecuador para turismo y luego entran a Colombia. Este año han retenido a 63.
Drama humano, problema de seguridad nacional
Una de las salidas a las que recurren los africanos y asiáticos retenidos en los controles de migración es solicitar asilo, un derecho que sobre el papel, por las condiciones de los países de los que vienen, se justificaría plenamente.
El lío es que los traficantes les recomiendan hacerlo sólo para evitar la deportación hacia Ecuador (la norma es devolver al ilegal al país del que llegó) y seguir luego el camino hacia Panamá. "Claramente, las personas ilegales son víctimas y hay que protegerlas de acuerdo con las leyes colombianas y el Derecho Internacional", dice Felipe Muñoz, director del DAS.
Pero, agrega, es necesario tomar medidas para evitar que Colombia siga siendo país de paso: "Por eso es importantísima la decisión del gobierno de Ecuador de pedir de nuevo la visa para nueve de esos países", sostiene el director del DAS. Hay especial atención sobre nacionales de países como Afganistán y Pakistán, donde operan grupos radicales.
Los 'coyotes', los que manejan el negocio son de afuera
Un viaje ilegal de China a EE.UU. puede costar más de 30 mil dólares y cada año millones emprenden esa ruta, de la que se lucran grandes mafias. En Colombia, hay grupos que reciben dinero por alojarlos, moverlos o darles documentos falsos. Pero los verdaderos 'coyotes' suelen ser ciudadanos de esos países de África y Asia, que son los que tienen contacto con las mafias en Europa y el Oriente Medio. Un ciudadano de Ghana (occidente africano) que ha sido sorprendido con varios grupos de ilegales es uno de ellos.
Salida de África, un infierno
'Juntamos dinero para sacarlos'
En los dos últimos años, a Colombia entraron más eritreos que nunca desde que hay registros de migración. Este año van más de 150 ciudadanos de ese país africano, en guerra con su vecina Etiopía desde la década pasada, retenidos en los controles de migración.
Para ellos, volver a su nación no es opción. "Preferimos que nos maten" dijeron varios de ellos cuando les hablaron de devolverlos no a Ecuador sino a África.
Eritrea es uno de los países del mundo que controlan la salida de sus ciudadanos al exterior. Muchos de los que han llegado a Colombia son desertores y, dice una persona que ha hablado con ellos en 'tigriña', su lengua natal, regresar les supone volver a las filas en el mejor de los casos, y en los otros, trabajos forzados hasta por 15 años.
¿Cómo reúnen los 20 mil ó 30 mil dólares que les cuesta llegar a Estados Unidos? "Los que estamos en el exterior juntamos dinero para sacar a otros de la familia.... Es muy duro porque no tenemos toda la plata y nos toca escoger entre los primos más jóvenes y que tienen mejores posibilidades de llegar bien y de encontrar trabajo", dijo a EL TIEMPO la fuente.
Muchos mueren en el intento
En Somalia, desde donde también están llegando africanos a Colombia, hay campañas de propaganda que muestran los restos de los ilegales que mueren intentando llegar a las costas de Yemen, al otro lado del océano Índico. Ese es uno de los trayectos donde es frecuente que los 'coyotes' roben y lancen al mar a los que huyen de la guerra o de la miseria. Y cuando les cumplen, tampoco los dejan en tierra firme. "Los lanzan al mar faltando 30 metros y ellos tienen que arreglárselas para llegar hasta la playa con sus cosas. Muchos no lo logran", dice un funcionario extranjero que conoce esa región.
Miles hacen el trayecto por tierra, hacia Suráfrica, y de allí a Brasil y Ecuador con pasaportes falsos. De Somalia a Suráfrica hay más de 2 mil kilómetros. Los que se rezagan de las caravanas tienen la muerte asegurada, o perdidos en el desierto o por las hienas que persiguen a los trashumantes. Cuando Ecuador abrió sus fronteras se frenó una ruta tenebrosa: como en la época de la esclavitud, los barcos salían del occidente de África y cruzaban el Atlántico durante más de un mes hasta costas de Brasil y Venezuela.
Las tumbas de Acandí
Restos hallados en Chocó serían de inmigrantes
En el país no se tienen noticias de matanzas de personas 'traficadas' como la que acaba de sacudir a México.
Sin embargo, el DAS y el CTI de la Fiscalía analizan los restos hallados en dos fosas en la zona de Acandí, Chocó, que corresponderían a ilegales que estaban en la ruta hacia Panamá y Estados Unidos.
Las dos personas fueron asesinadas en una zona utilizada por los 'coyotes' para atravesar la serranía del Darién.
No se descarta que correspondan a dos peruanos que desaparecieron en octubre del 2004 en esa zona.
Lo último que supieron de ellos fue una llamada que hicieron desde Acandí para reportar que estaban bien y que al día siguiente iban hacia Panamá. Nunca llegaron.
Seis años después, sus familias en Lima siguen esperando noticias.

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