Soledad Bravo: "Los nervios siempre me acompañan"

"Me falta trabajar para dejarle un país hermoso como el que yo conocí a mis hijos y nietos, no este país extraño... ", manifiesta la cantante.

Soledad Bravo acompaña cada historia y cada respuesta con una carcajada, de esas que retumban en cada milímetro cuadrado. Quizás una señal de que se ha gozado su vida por completo. Y ese disfrute que le permitirá celebrar 70 años de edad el próximo 13 de noviembre, lo celebrará por adelantado con dos espectáculos que ofrecerá los días 26 y 27 de octubre en la sala de conciertos del centro cultural BOD-Corp Banca. 

También festejará 50 décadas de trayectoria, pero la verdad es que son 45 , al menos si se toma en cuenta que su primer disco Soledad Bravo canta se estrenó en 1968. "Aunque profesionalmente son menos, tengo toda la vida cantando. Desde que estaba pequeñita cantar ha sido mi pasión. Por eso yo siento que ya son 50 años", dice la intérprete que fue descubierta por Sofía Ímber. 

Para la conmemoración hecha espectáculo, la mujer representante de la nueva canción latinoamérica, contará con varios invitados. Pero no quiere revelar el listado completo, y apenas adelanta que el guitarrista Aquiles Báez le acompañará por primera vez en tarima y que el humorista Laureano Márquez tendrá un número especial en el show. 

En lo que se refiere a la fiesta sin público, la que celebrará una vez llegada la segunda semana de noviembre, no contará con tantos asistentes. "Me he convertido en una persona sumamente parca en celebraciones. Creo que festejaré con una tortica y una sola velita (risas)", asegura quien antes brindaba su año cumplido con fiestas en las que desfilaron figuras como Cecilia Todd, Facundo Cabral y Mercedes Sosa, por nombrar algunas. 

La cantante nacida en España y adoptada por Venezuela, también afirma que hay sueños que lamenta no haber cumplido. Entre ellos, estudiar Literatura Comparada en la Universidad de La Sorbona de París, Francia. 

"Creo que mis padres no querían que hiciera eso, porque me fueron a buscar hasta mi residencia estudiantil para que me regresara. Pero en mis recuerdos tengo hasta el olor de cada calle en la que toqué mi guitarra para pedir dinero. También lamento no haber vivido en carne propia la revolución francesa de mayo del 68. Lastimosamente me tocó sentirla a través de la prensa", recuerda la mujer de grandes ojos y marcados pómulos. 

-Cuando cantó por primera vez en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, cuando aún no era conocida, interpretó La Malagueña, ¿por qué ese tema?

-Porque ese tema tiene muchos falsetes, y en esa época a mí me encantaba mostrar que sabía hacer esos falsetes. 

-¿Todavía le atacan los nervios antes de un show?

-Los nervios siempre me acompañan y se van después de cuatro minutos en el escenario. Estar en la tarima te quita la vergüenza, pero hay algo que no se va nunca, que son los prolegómenos de las actuaciones, son siempre mortales, en esos momentos siempre me pregunto: "¿Qué hace una mujer cómo yo en este lugar?". Pero me toca asumirlo, porque me gusta. 

-¿Qué recuerda de su infancia en Catia?

-Creo que todo, porque la infancia en Catia para mí fue maravillosa. Ahí descubrí lo que era el compañerismo y defenderse de la maldad. Descubrí muchas cosas con apenas siete años de edad. Recuerdo que cuando nos mudamos, yo armaba berrinches todas la noches para que nos regresáramos a Catia. Me encantaba vivir allí porque sentía una libertad increíble, quizás porque venía de un lugar muy triste y pobre.

-¿Y cuál fue la historia que le contó su padre sobre los días de franquismo que más le marcó?

-Los cuentos que más recuerdo son de cuando estuvo preso en las cárceles franquistas, que eran bien siniestras porque eran penales muy fríos y húmedos, donde le tocó estar encerrado en una celda junto a 12 ó 14 personas. Hay millones de historias, pero la que más me impresionó fue la de los simulacros de fusilamiento. 

-¿Le falta algo por hacer desde el punto de vista artístico?

-Creo que me faltan muchas cosas por hacer. Como decía Jorge Luis Borges que cuando veía tantos libros pensaba que iba a necesitar más de una vida para leerlos todos. Así me pasa a mí, no sólo por los libros. Me falta conocer más gente maravillosa en el camino. Aunque la verdad, me falta trabajar para dejarle un país hermoso como el que yo conocí a mis hijos y nietos, no este país extraño que tenemos ahorita. 

-¿Por qué no celebrar en el Aula Magna?

-A mí me encanta el Aula Magna de la UCV, siempre voy a adorar esa sala. Pero a la gente ahora no le gusta ir para allá por un tema de inseguridad.

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