En Bogotá no hay donde montar restaurantes


Los locales o espacios comerciales para la venta de alimentos, gourmet o corrientazo están cada vez más escasos y lo peor más costosos por la gran demanda que hay de estos. La situación es tan compleja que el precio por metro cuadrado para este tipo de negocio reporta aumentos hasta del 80 por ciento en los últimos diez años.

La situación es tal que la oferta de locales para restaurantes disminuyó de manera considerable en tanto que la demanda se disparó desmesuradamente.

El fenómeno fue detectado tras un estudio adelantado por la firma Colliers International Colombia que reveló que las personas que invierten en este tipo de negocio, ven una excelente rentabilidad. El sondeo determinó que los chefs nacionales y extranjeros despiertan enormes expectativas en el mercado de Bogotá e igualmente en ciudades como Barranquilla, Bucaramanga y Montería.

El director general de Colliers International Colombia, Roberto Cáceres declaró que la menor oferta de locales para restaurante empezó a mostrarse desde hace cinco años. “En este periodo se ha observado que en 90 por ciento de casos, la tendencia es a arrendar los espacios, ya que esta figura genera mayor flexibilidad a la hora de tomar decisiones financieras”.

Sobre los incrementos superiores al 80 por ciento por metro cuadrado para estos establecimientos, el experto consideró que la tendencia no se detendrá, advirtiendo que los valores tienen variaciones dependiendo del sitio en donde se encuentren ubicados. Explicó que no cuesta lo mismo un espacio en la calle que en una zona urbana de alto movimiento o en un centro comercial. Ese ítem se mide también por el estrato.

“Este fenómeno se debe a que la economía ha mostrado un crecimiento constante en los últimos cinco años, reflejado en la inversión extranjera y la consolidación y el crecimiento de empresas nacionales, circunstancia que hace que las empresas migren a espacios más amplios, que estén disponibles en corto tiempo y que cuenten con altas especificaciones, generando mayor demanda, poca oferta y, por ende, un aumento significativo en los precios”, explicó Cáceres.

Conceptuó que así las cosas, los centros comerciales juegan un papel importante por cuanto son una alternativa para que los empresarios puedan expandir su negocio. Paralelamente al consumidor le ofrece la opción de encontrar variedad, calidad, cercanía y buen precio. “Es por esto que los food courts cada vez toman más fuerza dentro de estos establecimientos”.

El estudio de Colliers International de Colombia también confirma que la oferta de restaurantes en Bogotá se ha concentrado principalmente en cuatro áreas. Son ellas, Usaquén y Calle 116, Parque de la 93 y Zona T, Zona G, y los barrios La Candelaria y La Macarena, aunque debido justamente a la poca disponibilidad de locales, cada vez surgen nuevas zonas como Quinta Camacho -sector ubicado entre las carreras 7 y 11 y las calles 62 y 76-, la Calle 90 y la Calle 140.

De igual forma Salitre se consolida como la nueva alternativa para estos negocios, entre otros aspectos por las perspectivas que muestra de desarrollarse como un gran centro empresarial, y por ser una de las zonas que aún cuenta con grandes áreas disponibles para la construcción.

“La mayoría de inversionistas y cadenas de restaurantes, siguen teniendo como primera opción las zonas tradicionales”, afirma.

Para Cáceres, los precios por metro cuadrado en los sectores de mayor concentración de restaurantes, seguirán al alza mientras que persista una demanda sólida y en aumento. El experto argumentó que con la entrada en vigor del TLC esa será la tendencia, entre otras cosas por el ingreso de nuevos capitales y cadenas de alimentos al país.

Aparte de estas zonas hay en Bogotá un auge de restaurantes y oferta gastronómica en el eje de la Avenida Rojas, los barrios que comprenden la Zona de Engativá y Barrios Unidos así como en la zona industrial del centro, puntualmente en el Ricaurte y en sectores empresariales como Morato, Floresta.

Igualmente proliferan estos negocios en el sur y en el occidente de Bogotá en donde el ofrecimiento va desde una elegante pescadería en el Restrepo hasta la fritanguería más acudida de Fontibón o el tradicional barrio, Doce de Octubre. Todo parece indicar que aquí cabe el dicho “Barriga llena, arrendador contento”.

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