Con Boric, la izquierda vuelve al Palacio de la Moneda

El abogado llega a la silla presidencial tras su activismo estudiantil y 7 años como congresista. Ya son seis los países de la región que distan de la derecha.

Las elecciones presidenciales de Chile fueron tan contundentes, que faltaban más del 50 % de las mesas por revisar y el candidato Jose Antonio Kast decidió salir públicamente a reconocerle la victoria a su contrincante, Gabriel Boric. Este, el candidato de izquierda, fue electo como presidente de Chile en los comicios de este domingo con un 55,87 % del total de los votos a favor (4’615.090), contados con el 99,86 % de las mesas escrutadas.

De esta forma, Chile dio un giro hacia una izquierda más radical y similar al estilo de las que hay en países latinoamericanos como México, presididio por Andrés Manuel López Obrador, y Bolivia, dirigido por Luis Arce Catacora, un aliado de Evo Morales.

A sus 35 años, el nuevo ocupante del Palacio de la Moneda llegó impulsado por la Coalición Apruebo Dignidad y por su rol como líder estudiantil, aunque su única experiencia se la debe solo a los siete años que duró en la Cámara de Diputados. De hecho, su protagonismo en las manifestaciones de 2019 derivó en críticas, aunque también le valió diversos apoyos.

Los votantes de derecha le reclamaban su escasa experiencia para manejar a un país –pues pasó rápidamente de ser un activista a ocupar una curul en la Cámara de Diputados en 2014–, mientras que en los ciudadanos de centro y centro-izquierda logró calar una idea de “promover el cambio”, como decía el mismo Boric, y de continuar por la vía de reformas como la Constituyente, que fue uno de los logros derivados de las agitadas manifestaciones ciudadanas que luego se extendieron por casi toda América Latina.

Chile, Boric y el continente

La llegada de Boric marca un cambio para la nación austral no solo porque el Gobierno –hasta ahora liderado por presidente Sebastián Piñera– da un giro a la izquierda, sino porque el nuevo liderazgo será trascendental para el avance de la nueva Constitución Política y para las movidas en el Congreso que, según el académico Gilberto Aranda, PhD. en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile, se encuentra repartido casi en partes iguales para congresistas de izquierda y de derecha.

En cuanto al continente, los chilenos eligieron un nuevo gobierno que se une a los otros de izquierda en la región: México, Argentina, Bolivia y las dictaduras, también de izquierda, que hay en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Los comicios

Tras unas campañas para la segunda vuelta a la presidencia “extremadamente irritadas”, como las calificó Aranda, los chilenos acudieron a las urnas desde las ocho de la mañana, hora local (10:00 a.m. hora Colombia), y terminaron la jornada pasadas las cuatro de la tarde.

Pese a que a esa hora se esperaba el cierre definitivo de todas las urnas, el Servicio Electoral de Chile dio un anuncio de última hora en el que se ordenó que ninguna mesa de votación debía terminar la jornada si aún había ciudadanos en fila, pues problemas con el transporte público impidieron que los votantes llegaran a tiempo en las principales ciudades del país. (Ver: Radiografía).

Para Aranda, tanto la victoria de Boric como la de Kast pronosticaban un 2022 complicado. “Será difícil por las expectativas económicas del país y la región, por lo que esperábamos un escenario complejo en cualquiera de los dos escenarios. Hace dos años el gran tema de Chile era la desigualdad social, pero, después de una pandemia tan larga, hay que sumarle la inseguridad económica y la falta certeza de las economías mundiales. Por eso, el gobierno de Boric tendrá que hacerse cargo de desafíos inherentes a su afinidad política”.

Y en eso concuerda el PhD en relaciones Internacionales Juan Fernando Palacio, quien proyecta una política exterior y doméstica moderada que difícilmente abandonará la apertura económica liberal.

BANDERAS DEL NUEVO LÍDER DEL PAÍS AUSTRAL

De líder estudiantil e impulsor de las protestas de 2019, en las que se fraguó el proceso constituyente, pasó a presidente de Chile. Ese es Gabriel Boric, abogado de 35 años, quien ayer le devolvió las llaves del Palacio de la Moneda a una joven y, en sus palabras, renovada izquierda chilena, con 4.615.090 sufragios.

Boric, quien corrió en las presidenciales como candidato de la coalición de izquierda, integrada por Frente Amplio —que le dio el aval—, el Partido Comunista y los socialdemócratas, era el más opcionado para quedarse con la presidencia en segunda vuelta. Hasta hace pocos días gozaba de una favorabilidad alta en todas las encuestas, que oscilaba seis puntos por encima de José Antonio Kast, su contendor por la derecha.

El nuevo presidente de Chile nació en 1986 en Punta Arenas, región de Magallanes, en el extremo sur del país. Según las reseñas de la prensa de esa nación, este creció allí, en medio de una familia de clase media acomodada.

Posteriormente dio el salto a la Universidad de Chile. En Santiago, donde estudió derecho, se distinguió por su liderazgo. Algunos catedráticos se han atrevido a compararlo, tras hacerse a los reflectores en medio de la contienda, con los impulsores de las revueltas de mayo de 1968, en Francia.

Desde 2011, participó de las protestas estudiantiles que reclamaban mejoras en la educación pública. El abogado comenzó su carrera política en la Federación de Estudiantes, fue presidente de esa asociación en 2012 y, para 2014, alcanzó una curul en el Legislativo, convirtiéndose en diputado de la Cámara por Magallanes.

Hace no más de dos años, en un movimiento similar, logró buena parte de su exposición al participar de las revueltas sociales por el alza en las tarifas del transporte público, que hicieron tambalear al Gobierno del saliente Sebastián Piñera.

Este episodio le permitió ser protagonista en los diálogos del Congreso que buscaban mitigar la agitación. Desde ese órgano impulsó el acuerdo —con derechistas— para convocar la elección de la Asamblea Constituyente, pacto que, más tarde, le costó el apelativo de traidor por parte de las bases izquierdistas y de los estudiantes.

Sus propuestas claves

Durante su carrera por el Ejecutivo, en poco cambiaron sus posturas. En su programa de gobierno –un documento de 229 páginas– Boric propuso 53 hechos concretos para cambiar a Chile.

Entre los diez principales aparece, en primer momento, la transformación del sistema de seguridad social, mediante la fijación de una pensión mínima de 250.000 pesos chilenos para todos los adultos mayores de 65 años —incluyendo los 2,2 millones de jubilados actuales—. También se aborda el frente de la salud, mediante la constitución de un fondo de acceso universal.

Previo a enfocarse en la educación, en el plan se habla de la recuperación de 500.000 empleos para las mujeres y de la protección e impulso de las negociaciones entre empresarios y trabajadores. Habla, en plata blanca, de apoyar el derecho a la organización de los trabajadores y el incremento del salario mínimo.

Este, de manera escalonada, subiría 500.000 pesos chilenos durante su cuatrienio. Además, prometió Boric, “reduciremos la jornada laboral a 40 horas semanales”.

En esta línea económica, lo que le espera a Chile con el triunfo de Boric es el impulso de una reforma tributaria. Este afirmó, en las páginas de su plan de gobierno, que quienes cuenten con más pagarán más: “proponemos, entre otros, un impuesto a los súper ricos, a la gran minería del cobre y un combate frontal a la evasión tributaria que tanto daño le hace a Chile”.

En el renglón educativo, del cual surgió, el izquierdista se comprometió con dos cambios: por un lado, intentará redimir a los estudiantes y egresados, mediante la condonación de la deuda educativa. También habló de mejorar las condiciones de cerca de 60.000 integrantes del profesorado.

Boric, el abogado que le devolvió ayer las llaves del Palacio de la Moneda a la izquierda chilena, se declara admirador de Salvador Allende y de la segunda administración de Michelle Bachelet, quien funge como alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y lo respaldó en segunda vuelta.