Se cumplen 29 años de la tragedia de Armero

“Los armeritas somos los judíos errantes del mundo”, dice Gustavo Prada, presidente de la corporación social Casa Armerita, que tiene 5.000 afiliados debidamente registrados.

En Armero, sepultado hace 29 años por la avalancha de lodo y piedra que bajó por el río Lagunilla tras el deshielo del volcán nevado del Ruiz, vivían aproximadamente 40.000 personas y de esas, solo 15.000 salvaron milagrosamente sus vidas.

“Lo digo porque los sobrevivientes estamos en todas partes”, señala Prada, un médico veterinario que era dueño de un hotel en el que en esa oportunidad murieron 29 estudiantes de la Universidad de Caldas que visitaban Armero.
Los barrios humildes de Ibagué y el municipio de Lérida (Tolima) siguen siendo los mayores ‘refugios’ de los sobrevivientes de la tragedia de Armero. En Ibagué se calcula que 7.000 sobrevivientes viven en arriendo en barrios como Ciudad Luz, Jardín Santander, Claret, Ciudadela Simón Bolívar, Nuevo Armero y San Vicente de Paúl.

Prada asegura que nunca pidieron que los sacaran de Armero, pero “días después de la tragedia, el gobierno nos echaba en camiones” y dejaba a los afectados en albergues de Mariquita, Honda, Venadillo, Alvarado y Lérida.

Al cabo de un año, sin tener noticias de sus familiares, muchos optaron por dejar los albergues para saber qué pasó con sus seres queridos por lo que la mayoría optó por tomar como su segunda patria chica a la capital del Tolima.
“Aquí, miles de sobrevivientes viven en medio de la pobreza y el abandono”, señala Gustavo Prada.

Reynaldo Reyes, que vive en la Ciudadela Simón Bolívar, no olvida que al ser rescatado sano y salvo de la avalancha, pasó más de un año metido en un campamento de propiedad del entonces Ministerio de Obras Públicas en Ibagué.

“Con mi familia comíamos y dormíamos en medio de la maquinaria pesada, porque el campamento era nuestra casa”, señala este hombre de 82 años, al que la tragedia le arrebató a dos sobrinos y lo dejó sin vivienda.

Él dice que todas las noches sueña con Armero, con sus calles y el parque Los Fundadores, que solía visitar para dialogar con sus amigos bajo la sombra de una ceiba.

“El vacío de perder la tierra donde se nace, solo se llenaría con el regreso”, afirma Reyes.

Antonio Rubio, otro sobreviviente que perdió a 18 de sus familiares, lleva más de 20 años viviendo en el sector Juan Rey, de Bogotá, cerca de la antigua vía a Villavicencio.

De su mente no se va la idea de regresar. “A la mayoría de sobrevivientes nos sacaron a la fuerza de Armero, a mí me montaron a un camión y me dejaron en un albergue de Guaduas, pero luego me fui a buscar mejor vida en Bogotá”, asegura este tolimense de 57 años.

Una señora de Lérida, que se negó a dar su nombre, está cansada de contar la misma historia cada año.

“Yo no quisiera hablar porque cada año es la misma historia con los damnificados de Armero. Todo mundo dice: pobrecitos, quedaron solos, son huérfanos, están desamparados, no tienen casa. Pero el Estado no hace nada por los que hoy sufrimos esa tragedia en silencio”, señaló la mujer, que en esa noche perdió la movilidad de sus piernas al quedar atrapada entre los muros de su casa.

Buscan a dueños del antiguo Armero

Los 29 años de la tragedia se recordarán hoy con una eucaristía al aire libre celebrada por sacerdotes de la Arquidiócesis de Ibagué en el Parque de la Vida de Armero. Así mismo, desde las 8 a. m., la Superintendencia de Notariado y Registro construirá el registro único de propietarios para relacionar a los dueños de terrenos del antiguo casco urbano de Armero. Los interesados deben presentar escrituras públicas, recibos de pago del impuesto predial de la época, recibos de pago de servicios públicos y otros documentos que permitan comprobar una relación entre el propietario y el bien inmueble.

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