Las máscaras de la gente

La personalidad es lo más importante... después de la productividad

Al crear un equipo es muy importante poder predecir el comportamiento de las personas por contratar y las habilidades que cada uno tiene, así como si estas son acordes al cargo por ocupar y a sus exigencias. Por supuesto, después de haber determinado que la persona es lo suficientemente productiva para la empresa y para el rol que deberá desempeñar.

El mismo ejecutivo debería evaluar su personalidad y conocer sus propias habilidades. Debería tener en cuenta que para ciertas funciones es mejor contratar a otras personas que las podrán ejercer mucho mejor y con menor esfuerzo. Un jefe despistado tratando de organizar su empresa estará desgastando su energía inútilmente en una tarea que le parecerá quijotesca y extrema. Mientras tanto, podría dedicarse, por ejemplo, a hacer más y mejores negocios con sus clientes o a mejorar su producto. En esto podría sacar mucho más provecho de su tiempo y esfuerzo y con mucha más facilidad y, sobre todo, con más gusto por ese trabajo. Es solo un ejemplo de muchos. Podría ser, al contrario. Seguro que tú encontrarías tu propio ejemplo, basado en tu propia situación.

¿Qué es en realidad?

La personalidad es algo bastante mal comprendido, incluso por las autoridades «dueñas del conocimiento acerca de la mente humana». Suele asociarse al ser y usarse para etiquetar a las personas de manera permanente. Se desconoce que esta puede cambiar y que, de hecho, cambia a menudo. La personalidad es moldeada por las experiencias cotidianas, positivas o negativas, por la observación y por decisión propia. Esta cambia al decidir cambiar tus ideas y cambiar tu manera de razonar. El mero conocimiento adquirido hace cambiar la personalidad de manera muy rápida.

Tu personalidad no eres tú

La etimología de la palabra viene de raíces griegas que significan máscara teatral. Tu personalidad es la máscara que tienes que asumir para ser aceptado por la sociedad.

Tu personalidad es una combinación de herramientas que utilizas para manejar la vida y los problemas que se te presentan. Esas herramientas pueden ser racionales o irracionales.

Cuando de verdad «enfrentas» un problema y lo solucionas de manera simple, cuando te comunicas con las personas involucradas en el problema de manera directa, cuando asumes tu responsabilidad al respecto y actúas, podemos decir que eres racional. También, cuando eres capaz de organizar una actividad, cuando te mantienes sereno ante la presión, cuando terminas lo que estás haciendo antes de comenzar otra tarea, cuando piensas en la solución más que en el problema, cuando puedes escuchar otra opinión y no reaccionar de mala manera, cuando eres capaz de reconocer y decir la verdad, o cuando puedes crear un efecto positivo con tu comunicación. Todas estas son herramientas racionales del ser humano para manejar la vida. Y determinan tu personalidad.

Ahora bien, cuando, por el contrario, tienes tendencia a mantener todo en desorden, a poner tu atención en el problema y no en la solución (haciéndole propaganda al problema), cuando tienes que criticar a los demás o tiendes a ponerte muy susceptible ante la crítica, cuando le echas la culpa a los demás de tus propios errores y tus propias desgracias, cuando no puedes escuchar a otro sin criticarlo si tiene un punto de vista diferente al tuyo, cuando mientes, cuando no te comunicas o lo haces de manera errónea o destructiva, podemos decir que no eres muy racional. Estas son tus herramientas irracionales para manejar tu vida y tus problemas. Y estos comportamientos también determinan tu personalidad.

Estas herramientas, racionales o no, se manifiestan en los rasgos de personalidad de cada una de las personas que conforman o conformarán tu equipo.

En algunos cargos, los rasgos irracionales de una persona encajan muy bien: una persona perezosa y sedentaria encaja con el cargo de un vigilante que tiene que estar sentado todo el día ante la monotonía de mirar una pantalla.

Una persona excesivamente controladora puede encajar en un cargo donde debe supervisar personal operativo (que necesita mucha supervisión). Un perfeccionista extremo encaja bien en un área de contabilidad, y un criticón, en el área de calidad, donde tiene que encontrar errores. Pero no al revés. Un perezoso no encaja como jefe de producción, un controlador excesivo no encaja trabajando con gente productiva, y un perfeccionista no encaja en gestión humana, así como un criticón no encaja para trabajar en equipo. Tienes que comprender en detalle qué personalidades encajan con qué cargos.

Si la persona es productiva y está en un cargo que encaja con su personalidad, entonces será feliz y se quedará por mucho tiempo en la empresa.

La Personalidad NO es Productividad

¿Qué hubiese pasado si a Diego Armando Maradona se le hubiese hecho un test de personalidad para decidir si contratarlo o no? Seguramente nadie lo hubiese contratado... y Argentina nunca hubiese ganado invicta el mundial de fútbol de 1986… con Maradona como capitán.

Si le hubieran hecho un test de personalidad a Steve Jobs, nunca hubiese pasado para ser el gerente de la empresa más productiva, solvente y estable del planeta: Apple. Su personalidad era muy difícil, según los que lo conocían y trabajaban con él.

Al contratar gente, el error que más contribuye a la decepción es pensar que la personalidad tiene que ver algo con la productividad. Las empresas contratan especialistas en personalidad para seleccionar a sus empleados, pero muy a menudo esos especialistas no son productivos por sí solos. Las corporaciones venden montones de test de personalidad y las empresas los usan creyendo que los buenos resultados en personalidad supondrán una persona productiva. ¡Qué gran error!

Seguramente conoces a alguien extremadamente productivo, pero que tiene serios problemas de personalidad: es una persona tosca, regañona, que invalida a los demás y los maltrata. O es asocial, un lobo solitario con baja autoestima, a quien no le gusta la gente. El mundo está lleno de empresarios y ejecutivos exitosos con estas características. ¡Porque son productivos!

Por otro lado, es mucho más común ver personas con una personalidad arrolladora, gente queridísima, amable y comprensiva, que tienen muy buena comunicación y son muy ordenados. Esto se nota en su forma de vestir y en sus modales. Sin embargo, no son capaces de producir su propio salario. Y estos parecen mucho más contratables que los mencionados anteriormente.

Para aplicar:

Contratar por personalidad puede ser un gran error si no tienes en cuenta la productividad del candidato como primer criterio de selección.

Contratar por productividad es el camino para crear un equipo verdaderamente exitoso. Después de evaluar y confirmar la productividad, la personalidad se vuelve importante. Antes nunca.

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