La compasión acaba empresas

Acabamos de pasar por una época de dificultades. Dificultades en las que las empresas sufrieron, algunas más y algunas menos, dependiendo de su sector.

Mucha gente empezó a sostener a las empresas a un estándar totalmente comprensible: “La prioridad de las empresas debería ser no abandonar a sus empleados”. Y unas cuantas empresas, que se lo podían permitir, lo hicieron.

Pero este estándar es, en realidad, completamente irrazonable.

Si una empresa sacrifica su capital para mantener a todos sus empleados por seis meses, y quiebra por ello, acaba de dejar sin empleo a todos sus empleados, a diferencia de 50% que habría dejado sin empleo si hubiera funcionando… Y que posiblemente podría recontratar en un tiempo, cuando volviera a ser rentable y el mercado se moviera más.

Las empresas son la médula de la economía de cualquier país. Más allá de las opiniones de si esto debería o no ser así, la verdad es esa, y es difícil de cambiar.

El problema aparece cuando la prioridad se vuelven los individuos, por encima de las empresas.

Ahora, este es un tema delicado. Los abusos de los malos jefes y las industrias corruptas son reales y terribles, y no tienen justificación. Sacrificar la humanidad de los trabajadores para ganar más dinero es evidentemente inhumano. Pero la solución no es el otro extremo. Las empresas dependen de su gente, y la gente depende de sus empresas.

Pero la sociedad moderna está poniendo gran parte de la carga que debería ser compartida directamente en las empresas. La legislación defiende al empleado, pero casi no hay leyes que defiendan a las empresas. Las empresas tienen que responder cada vez que un individuo, aunque sea por irresponsabilidad o incompetencia personal, comete un error y daña una máquina o hiere a alguien. Las personas no pagan sus sevicios de salud, ni sus impuestos. Todo está puesto en los hombros de sus empresas. El auxilio de transporte, la ARL, cajas de compensación, todo.

Y más allá del problema que implica el desvanecimiento de la responsabilidad personal, esta sobrecarga implica que las empresas son pocas, y muy vulnerables.

Así que se vuelve imperativo, más que nunca, poner la solvencia y supervivencia del grupo por encima de la de cualquier persona individual que lo compone.

Pero los grupos están compuestos de humanos, y a menudo nos compadecemos de otras personas que tenemos alrededor. La vida entrega sufrimiento en dosis muy poco balanceadas, y es difícil ver la situación difícil de un colega y no querer ayudar de alguna manera. Pero siempre que esta ayuda se hace a costas del grupo, lo único que causará es más daño a la misma persona, y a todos los demás.

Igual que el parásito que inconscientemente mata a su huésped, y termina muriendo él mismo en consecuencia, la compasión y las ayudas a individuos a costa de la empresa acaban con la fuente de ingresos de esa misma persona, además de todos los demás integrantes del grupo.

Puede que esta sea una reflexión evidente, o que por el contrario sea desafiante y problemática, dependiendo de qué sea lo que usted haya vivido y escuchado con anterioridad. Pero si el capitán del barco tenía el derecho de echar por la borda al marinero que estaba amotinándose, no era solo porque la humanidad era cruel hace 300 años… Sino porque para salvar 20 vidas, el capitán tenía el derecho de sacrificar una sola.

Afortunadamente para mantener solvente una empresa no hay que acabar con la vida de nadie (y no sería aceptable, en cualquier caso). Pero para mantener solvente una empresa en una crisis como la que acabamos de experimentar puede que sea necesario dar por terminados un par de contratos.

Eso es lo que un ejecutivo debe ser capaz de hacer, si eso es lo que la empresa necesita.

Comentarios

  1. Muy buena la reflexión sobre la compasión en las empresas. Para sobrevivir, más en tiempos de crisis profundas, es necesario pensar en lo mejor para la mayoría y eso implica que la empresa sea solvente, es necesario garantizar el largo plazo y no vivir en la inmediatez.

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