El título no trabaja

Los estudios de un profesional son, en la mayoría de casos normales, la primera sección de la hoja de vida a la que gravitan los ojos de un contratador. Después de todo, si alguien no tiene los estudios que se necesitan… ¿Para qué leer el resto de un demasiado largo currículum?

¿Pero es la educación realmente digna de ser el primer filtro de contratación de esta manera?

Comencemos revisando algunos datos:

De acuerdo al DANE, en el 2018 solo el 20% de la población que trabajaba tenía educación universitaria. De hecho, por curioso que parezca, las personas que tienen completa su básica secundaria o más, tienen una mucho mayor tasa de desempleo que las personas que solo tienen primaria, o no tienen ningún estudio.

En el 2018 la tasa de desempleo de las personas sin educación alguna era, de hecho, comparable a la tasa de desempleo general de Alemania, y solo era igualada por la también muy baja tasa de desempleo de las personas con posgrado.

Obviamente estas cifras han cambiado para el 2021, particularmente después de todo lo ocurrido en el 2020. ¿Pero cómo es posible que la mayor tasa de ocupación la hayan tenido las personas sin estudios?

Nuestra respuesta ya la conoce. ¡Es porque el título no trabaja!

Obviamente no estamos presentando aquí un análisis sociológico muy completo, ni tampoco estamos dando una razón por la que sucede esto, sino más bien una conclusión a la que estos datos llegan. Pero ese no es nuestro propósito el día de hoy.

Nuestro propósito es que entienda que, en realidad, el título importa más bien poco a la hora de determinar algo como la actitud frente al trabajo o la necesidad… Y de la misma manera, el título nunca determinará si un empleado potencial será un buen empleado o no. Y como el factor tan poco determinante que es, el título no merece ser el primer filtro en cada posición administrativa en el mercado.

Por supuesto, no nos referimos a todos los cargos. Los cirujanos y los pilotos, los ingenieros, arquitectos y contadores, son solo algunos ejemplos de cargos en los que, si no hay título, no hay trabajo, así de simple. Pero la cantidad de cirugías mal realizadas y de puentes y edificios mal diseñados debería servirle como prueba de que incluso en estos cargos, el título no es el único factor determinante de un profesional competente.

Lo único que hace un título es certificar que la persona cursó ciertos créditos universitarios con 3.0/5.0 o más… Pero no certifica que la persona realmente tenga el conocimiento que el título dice que tiene.

Todo contratador debería verificar los conocimientos de sus candidatos independientemente de sus títulos, y sobre todo debería evaluar otros aspectos mucho más vitales, como la productividad y la personalidad del candidato, y no quedarse solo con una primera impresión y unas palabras en un cartón.

Pero eso es en profesiones técnicas. Porque como le certificará más de la mitad de los gerentes y empresarios exitosos, no aprendieron a gerenciar en ninguna universidad: Aprendieron todo lo que saben gracias a sus experiencias, gracias a buenos colegas y superiores que les han enseñado, o capacitaciones de entidades y educadores independientes.

Y lo único que los diferencia de los empresarios sin éxito realmente fue su actitud al respecto de su trabajo. Así que lo invito a usted también a evaluar primero la actitud de sus empleados. Verifique sus referencias laborales, o hágales una buena entrevista o prueba en la que evalúe su productividad, y verifique estas respuestas también. Y, confíe un poco menos en los títulos.

A fin de cuentas, el papel lo aguanta todo.

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