Las 10 cosas más jartas de las oficinas, lista final
El protocolo de cumpleaños; la impresora comunal; el control de Internet; los baños, etc.
Aunque los trabajos pueden desarrollarse en múltiples locaciones, la oficina es tal vez el lugar por excelencia: todo un ecosistema de situaciones y personas a veces no tan deseables, pero donde tenemos que vivir y a veces sobrevivir gran parte del día (y de la vida).
Lo 'jarto' no necesariamente es siempre malo, solo que a veces una pequeña dosis de 'eso' es suficiente y aunque se trate de algo normalmente agradable, en ocasiones la oficina no es el lugar adecuado.
1) El protocolo de cumpleaños
El 'día de tu santo' es para muchos una fecha bastante especial en donde el homenajeado se siente realizado con ser por un momento el centro de atención. Y es apenas normal que quienes le rodean quieran hacerle sentir bien. Sin embargo, para algunos otros, cuando son los completos desconocidos quienes le celebran, resulta una situación bastante embarazosa.
Dice Mario Salgado, que lo más jarto de esto es "la engallada del puesto de trabajo del que cumple años y la vaca para el ponqué, regalo y celebración", a lo que se debe agregar el "unas palabras" al final del evento. Por supuesto, aunque no sepa usted quién cumple, se ve en la vergonzosa situación de tener que responder con sobradés positiva cuando lo buscan para aportar los 3.000 pesos.
2) Los eventos de integración y/o capacitación corporativa
De acuerdo con los 'gurúes' del coaching empresarial, es fundamental para lograr el éxito, tener un buen ambiente de trabajo y cumplir los objetivos, generar estrategias sobre las respuestas de 'qué queremos', 'dónde estamos', 'quienes somos', 'para dónde vamos' y demás planteamientos existenciales. Para eso se inventaron los eventos de integración y capacitación corporativa. Por esto, aunque parezcan tan simples esos cuestionamientos metafísicos, se pagan millones en asesorías. Para algunos, antes que motivar, son situaciones bastante jartas.
Lo 'jarto' no necesariamente es siempre malo, solo que a veces una pequeña dosis de 'eso' es suficiente y aunque se trate de algo normalmente agradable, en ocasiones la oficina no es el lugar adecuado.
1) El protocolo de cumpleaños
El 'día de tu santo' es para muchos una fecha bastante especial en donde el homenajeado se siente realizado con ser por un momento el centro de atención. Y es apenas normal que quienes le rodean quieran hacerle sentir bien. Sin embargo, para algunos otros, cuando son los completos desconocidos quienes le celebran, resulta una situación bastante embarazosa.
Dice Mario Salgado, que lo más jarto de esto es "la engallada del puesto de trabajo del que cumple años y la vaca para el ponqué, regalo y celebración", a lo que se debe agregar el "unas palabras" al final del evento. Por supuesto, aunque no sepa usted quién cumple, se ve en la vergonzosa situación de tener que responder con sobradés positiva cuando lo buscan para aportar los 3.000 pesos.
2) Los eventos de integración y/o capacitación corporativa
De acuerdo con los 'gurúes' del coaching empresarial, es fundamental para lograr el éxito, tener un buen ambiente de trabajo y cumplir los objetivos, generar estrategias sobre las respuestas de 'qué queremos', 'dónde estamos', 'quienes somos', 'para dónde vamos' y demás planteamientos existenciales. Para eso se inventaron los eventos de integración y capacitación corporativa. Por esto, aunque parezcan tan simples esos cuestionamientos metafísicos, se pagan millones en asesorías. Para algunos, antes que motivar, son situaciones bastante jartas.
Aunque no siempre entran en un 'plan de coaching', momentos como las fiestas de fin de año o las novenas, también entran en esa lista de eventos a los que de manera 'opcional' toca ir. Sin embargo, algunas personas lo disfrutan bastante al punto de hacer el 'oso' donde jamás debieron.
3) La impresora comunal
Es cierto que estamos en la era de la ecología y de la conciencia ambientalista, pero a veces toca usar la impresora. El problema es que por lo general, la proporción de impresoras por personas en las oficinas es igual o incluso menor a la de los baños (vea más abajo el apartado sobre baños).
“!No envíen nada a imprimir que metí papel membreteado!” es lo que le dicen a Mario Salgado en su oficina. Pero muy seguramente a usted también le han 'robado' el papel especial, o el informe para la gerente se le quedó atascado y la practicante del Sena que es la única que sabe arreglarlo porque los de sistemas nunca contestan, está cumpliendo con otra de sus múltiples labores.
4) Los simulacros de evacuación
Aunque se trata de algo realmente serio, los simulacros de evacuación que implican por lo menos un cuarto de la jornada laboral, son tomados como una juerga colectiva, donde los 'chistines' aprovechan para echar sus comentarios y los 'galanes' para echarle los perros a la que siempre le han tenido ganas. Igual, toca participar del simulacro, así que procure hacerlo de la mejor manera para que no dure tanto.
5) El 'chistín'
A propósito del 'chistín', o bien el que se las da de chistoso, ese es justamente un personaje bastante jarto que nunca falta. Si su estilo humorístico le ha servido en otros círculos sociales, resérvelo para allá y no lo lleve deliberadamente a su lugar de trabajo. Una cosa es tener 'humor fino' a partir de comentarios coloquiales y sofisticadamente oportunos y otra es querer ser el bufón. Evítele a sus compañeros la celebración hipócrita y lastimera de sus malos chistes.
6) El jefe
El jefe por lo general lleva la peor parte, a veces de manera gratuita y sin hacer méritos, solo por ser la 'temida autoridad'. Pero en otras ocasiones es él mismo quien se labra su propio estereotipo de dictador déspota.
Para Tonny Pérez, "estar de acuerdo con todo lo que diga el jefe así esté equivocado" es una de las cosas más jartas y es ahí cuando algunos anfibios aprovechan para dar una buena lamida; Lucas Navío dice que una situación bien jarta es cuando "el jefe delega funciones faltando cinco minutos para la hora de salida", quiéralo o no, hay que cumplir; y para Oswaldo Ordoñez, es realmente jarto que "todo sea urgente". Es cierto, el mundo no va a acabar, pero igual, ¡es urgente!
7) El control de internet
"Entre las cosas más jartas de la oficina, está el control del internet. Entiendo que hay gente experta en perder el tiempo en redes sociales o viendo videos, pero si uno quiere perder el tiempo lo va a perder de todas formas" dice Iván Ardila.
Ya existen los celulares con internet y otra serie de artilugios tecnológicos que efectivamente hacen que la distracción sea absoluta e imparable. A menos que sea para prohibir páginas porno (que además quien se atreva a consultaras en la oficina estaría cometiendo un verdadero exabrupto), la limitación del internet no sirve mucho.
8) Los baños
El baño es por principio un lugar de privacidad. Sin embargo, en la oficina y en cualquier sitio público, es más bien un punto de encuentro colectivo.
Lo más jarto para Manuel López Pulido es 2la falta de privacidad en el baño, pues justo queda en la mitad de la oficina y cuando uno tiene que hacer ‘del cuerpo’ le toca correr al supermercado más cercano para no hacer tanto escándalo y no dejar el 'ambiente' tan tenso".
9) El exceso de diminutivos en los nombres
Nuevamente, el tema de la confianza puede ser agradable, pero para algunos es bastante incómodo. Y es una realidad a palo que la primera herramienta para lograr ese 'buen ambiente' son los melosos diminutivos. "Lo más jarto es el uso excesivo de los diminutivos al referirse a una persona, por ejemplo, Ricardito, mi Glorita, jefesita, etc." dice Saúl Salamanca.
10) El almuerzo en plaza pública
Para Wilson Tapia, "la hora de almorzar es bien jarta. Ir a la cocina y que haya fila para calentar la comida en el microondas por ejemplo". Es cierto, pero más aún el espeso ambiente de múltiples olores de hogar que confluyen en un solo lugar, en el mejor de los casos, sin ventanas. No obstante, el almuerzo es una buena oportunidad para 'compartir' con los compañeros sin ser obligado.
3) La impresora comunal
Es cierto que estamos en la era de la ecología y de la conciencia ambientalista, pero a veces toca usar la impresora. El problema es que por lo general, la proporción de impresoras por personas en las oficinas es igual o incluso menor a la de los baños (vea más abajo el apartado sobre baños).
“!No envíen nada a imprimir que metí papel membreteado!” es lo que le dicen a Mario Salgado en su oficina. Pero muy seguramente a usted también le han 'robado' el papel especial, o el informe para la gerente se le quedó atascado y la practicante del Sena que es la única que sabe arreglarlo porque los de sistemas nunca contestan, está cumpliendo con otra de sus múltiples labores.
4) Los simulacros de evacuación
Aunque se trata de algo realmente serio, los simulacros de evacuación que implican por lo menos un cuarto de la jornada laboral, son tomados como una juerga colectiva, donde los 'chistines' aprovechan para echar sus comentarios y los 'galanes' para echarle los perros a la que siempre le han tenido ganas. Igual, toca participar del simulacro, así que procure hacerlo de la mejor manera para que no dure tanto.
5) El 'chistín'
A propósito del 'chistín', o bien el que se las da de chistoso, ese es justamente un personaje bastante jarto que nunca falta. Si su estilo humorístico le ha servido en otros círculos sociales, resérvelo para allá y no lo lleve deliberadamente a su lugar de trabajo. Una cosa es tener 'humor fino' a partir de comentarios coloquiales y sofisticadamente oportunos y otra es querer ser el bufón. Evítele a sus compañeros la celebración hipócrita y lastimera de sus malos chistes.
6) El jefe
El jefe por lo general lleva la peor parte, a veces de manera gratuita y sin hacer méritos, solo por ser la 'temida autoridad'. Pero en otras ocasiones es él mismo quien se labra su propio estereotipo de dictador déspota.
Para Tonny Pérez, "estar de acuerdo con todo lo que diga el jefe así esté equivocado" es una de las cosas más jartas y es ahí cuando algunos anfibios aprovechan para dar una buena lamida; Lucas Navío dice que una situación bien jarta es cuando "el jefe delega funciones faltando cinco minutos para la hora de salida", quiéralo o no, hay que cumplir; y para Oswaldo Ordoñez, es realmente jarto que "todo sea urgente". Es cierto, el mundo no va a acabar, pero igual, ¡es urgente!
7) El control de internet
"Entre las cosas más jartas de la oficina, está el control del internet. Entiendo que hay gente experta en perder el tiempo en redes sociales o viendo videos, pero si uno quiere perder el tiempo lo va a perder de todas formas" dice Iván Ardila.
Ya existen los celulares con internet y otra serie de artilugios tecnológicos que efectivamente hacen que la distracción sea absoluta e imparable. A menos que sea para prohibir páginas porno (que además quien se atreva a consultaras en la oficina estaría cometiendo un verdadero exabrupto), la limitación del internet no sirve mucho.
8) Los baños
El baño es por principio un lugar de privacidad. Sin embargo, en la oficina y en cualquier sitio público, es más bien un punto de encuentro colectivo.
Lo más jarto para Manuel López Pulido es 2la falta de privacidad en el baño, pues justo queda en la mitad de la oficina y cuando uno tiene que hacer ‘del cuerpo’ le toca correr al supermercado más cercano para no hacer tanto escándalo y no dejar el 'ambiente' tan tenso".
9) El exceso de diminutivos en los nombres
Nuevamente, el tema de la confianza puede ser agradable, pero para algunos es bastante incómodo. Y es una realidad a palo que la primera herramienta para lograr ese 'buen ambiente' son los melosos diminutivos. "Lo más jarto es el uso excesivo de los diminutivos al referirse a una persona, por ejemplo, Ricardito, mi Glorita, jefesita, etc." dice Saúl Salamanca.
10) El almuerzo en plaza pública
Para Wilson Tapia, "la hora de almorzar es bien jarta. Ir a la cocina y que haya fila para calentar la comida en el microondas por ejemplo". Es cierto, pero más aún el espeso ambiente de múltiples olores de hogar que confluyen en un solo lugar, en el mejor de los casos, sin ventanas. No obstante, el almuerzo es una buena oportunidad para 'compartir' con los compañeros sin ser obligado.
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