"La respuesta desatinada de SoHo a Hola"
Esta nueva imagen evidencia una situación igual y, tal vez, mucho peor que la foto publicada en Hola. El trasfondo de discriminación racial se mantiene, pues usa el mismo tipo de estrategia, dicen profesores de la Universidad Autónoma de Occidente.
En diciembre de 2011 la revista española Hola publicó una polémica fotografía ilustrando el artículo titulado “Las mujeres más poderosas del Valle del Cauca en Colombia”. Tal imagen presentaba, en primer plano, a cuatro mujeres blancas sentadas sobre sus muebles blancos, luciendo sus finas, aunque informales, ropas blancas con delicado decorado; y al fondo, en un segundo plano, aparecían dos mujeres negras evocando la servidumbre con sus pulcros uniformes blancos, llevando en sus manos bandejas con vajilla de cristal que se incluyen como parte del cuadro del lugar. Para completar la escena, concebida editorialmente y aceptada por las señoras blancas, aparece, al fondo, una piscina y la vista panorámica de la ciudad de Cali. Una imagen que, sin duda, oculta mostrando. Al respecto, planteamos que este era un claro ejemplo de violencia simbólica reproducida por los medios masivos de comunicación.
En palabras de Pierre Bourdieu, genera representaciones diferenciadas de clase social, de género y de raza para quienes las observan; reproduciendo discursos de los roles y estatus que la sociedad ha trasmitido y que ciertos grupos sociales simbolizan dentro de la estructura de la sociedad, que para nuestro caso evocaría el papel de las mujeres “afrodescendientes”. Mujeres que, por lo general, cumplen roles de servidumbre en casas y haciendas de mujeres poderosas (ricas, afamadas, influyentes y con reconocimiento social) que los medios de comunicación intentan imponernos como un patrón a seguir, sin detenerse a pensar lo que implica alcanzar dicho estatus, en materia de derechos, dominación y violencia cultural.
Tres meses después, en marzo de 2012, la Revista colombiana SoHo, bajo la dirección de Daniel Samper Ospina, con el aparentemente ánimo de reivindicar a la mujer negra y darle un lugar protagónico y en clara respuesta a la imagen registrada en la Revista Hola, hace un estudio fotográfico con cuatro despampanantes mujeres negras y publica una fotografía de tales beldades desnudas. La fotografía muestra a cuatro mujeres negras sentadas en poses sensuales, con un bronceado perfecto destacando sus curvas y pieles ébanos brillantes y seductoras, en un contexto tropical, con una piscina al fondo y de nuevo, como en Hola, incluyendo la servidumbre, pero ahora, con mujeres supuestamente blancas, pero que realmente son mestizas y humildes, como parte del decorado general.
Una de las modelos que posó encantada para la fotografía, Belky Arizala, directora de la fundación “El alma no tiene color”, argumenta que aceptó posar desnuda para sentar su voz de protesta frente a la discriminación y, por su parte, el director de la revista, Daniel Samper Ospina señaló que es una reivindicación de la mujer negra. ¿Reivindicación de qué? Nos preguntamos nosotros. ¿Frente a qué estás protestando, estimada Belky?
Esta nueva imagen evidencia una situación igual y tal vez, mucho peor que la foto publicada en Hola. El trasfondo de discriminación racial se mantiene, pues no sólo usa el mismo tipo de estrategia, sino que de fondo existe una intencionalidad de dar respuesta, bastante desatinada, que realmente sólo obedece a lógicas del mercado y de la sociedad de consumo, a un hecho que socialmente generó el rechazo e indignación por parte de diversos sectores de la sociedad, entre ellos el académico.
Cuestionamos esta respuesta de la Revista SoHo porque hace uso del mismo tipo de estrategia de violencia simbólica doblemente intencionada y manipulada, que confunde la ciudadanía y manipula la opinión pública. Usar un grupo de mujeres afrodescendientes imitando la escena de la fotografía de la revista Hola, reivindica la mujer negra como un objeto sexual, cosificado, que privilegia la superficialidad de la imagen del cuerpo, con el agravante, además, que en este caso, no aparece un discurso, una razón o motivo distinto a sentimientos de venganza y retaliación.
No aparecen las mujeres negras como señoras de la alta sociedad, tal como sí son mostradas las blancas en la imagen anterior y que originó esta desacertada respuesta de parte de SoHo, sino que su valor en tanto mujeres negras se minimiza a la estética sensual y al discurso sexual impuesto por la cultura machista y por esa ideología del gran macho que reproduce SoHo, elevando al estatus de mercancía el cuerpo femenino; es esa apuesta editorial, periodística e ideológica de la revista SoHo la que alimenta ese apetito masculino, de allí que sea una revista para Hombres. No se destacan las mujeres negras por sus cualidades intelectuales, artísticas, culturales, sociales o por sus habilidades como empresarias, no. Se destacan como símbolo sexual, como simples objetos sexuales.
Para los medios de comunicación y, de manera particular, para SoHo, la imagen desnuda de la mujer es un instrumento de las fuerzas del mercado que le posibilita ganar adeptos- y adictos a los desnudos- en la sociedad de consumo, más allá de ser un canal de formación ciudadana. Este medio es un actor más que, con sus propios intereses, dista mucho de cumplir con una función social de formación democrática fundada en un periodismo cívico y crítico, de denuncia o reivindicación.
Por el contrario, SoHo entroniza en sus lectores el valor de uso y de consumo que sobre lo femenino, insisten otros actores de esa perversa industria cultural que insta en mantener esa idea de Hombre y de Macho, soportada en que su felicidad está exclusivamente en consumir mujeres. En lugar de proponer otro tipo de hombre capaz de construir relaciones simétricas y respetuosas con las mujeres, con el cuerpo femenino, la señalada revista persiste en un imaginario colectivo que termina confirmando ese carácter premoderno de un país y de una sociedad que culturalmente son conservadoras, violentas y excluyentes.
Es claro que SoHo usó como estrategia de venta, tal como lo ha hecho en otras ocasiones, la aparente reivindicación de la mujer negra. Pues en la imagen no existe un discurso que dimensione el rol político y social de la comunidad afrodescendiente. De aquellas mujeres que ocupan lugares en los distintos ámbitos de la sociedad, desde aquellos espacios donde aportan a la construcción de una sociedad diferente, o desde donde se denuncian injusticias y todo tipo de desigualdades y desde los cuales se lucha contra posturas discriminatorias y de segregación social.
Las mujeres jefes hogar y madres cabeza de familia, mujeres lideresas de comunidades y gestoras de procesos de paz, mujeres en las esferas del gobierno desde donde aportan a la edificación de un tipo de sociedad distinta que reconoce el aporte de los grupos minoritarios.
Lo que este tipo de respuestas genera en los ciudadanos es “un efecto de realidad” que puede mostrar y hacer creer lo que se muestra, que puede conllevar a un tipo de representación de la mujer que dista de ser real en la medida en que, en la vida cotidiana, la mayor proporción de mujeres, no se corresponden con las mujeres construidas por el mercado y visibilizadas a través de los medios de comunicación. Tanto SoHo como Hola hacen una discriminación racial y social de la mujer, con el agravante de que la primera, en una pretendida reivindicación racial, termina usando con fines meramente comerciales la imagen de la mujer afro.
Y frente a la postura que intenta, cual héroe, reivindicar la mujer negra, hay un situación particular: una visión práctica que les lleva a sacar el mayor partido, de las posibilidades que les ofrece el instrumento mediático del que disponen. Cabe, entonces, una reflexión más profunda y tiene que ver con la imagen que los responsables de los medios de comunicación tienen y dan de estos y de la verdad de su acción e influencia. Los medios de comunicación son, en conjunto, un factor de despolitización que actúa principalmente sobre las fracciones de clase más despolitizadas del público.
Esta banalización de la mujer negra excluida que hace SoHo, respondiendo a Hola, es mucho peor porque desdibuja más el rol de la mujer en una sociedad como la colombiana, y es por ello que como ciudadanía tenemos el deber y el derecho de combatir, pues sus efectos son tremendamente funestos para la cultura y la democracia.
*Docentes de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente
Tres meses después, en marzo de 2012, la Revista colombiana SoHo, bajo la dirección de Daniel Samper Ospina, con el aparentemente ánimo de reivindicar a la mujer negra y darle un lugar protagónico y en clara respuesta a la imagen registrada en la Revista Hola, hace un estudio fotográfico con cuatro despampanantes mujeres negras y publica una fotografía de tales beldades desnudas. La fotografía muestra a cuatro mujeres negras sentadas en poses sensuales, con un bronceado perfecto destacando sus curvas y pieles ébanos brillantes y seductoras, en un contexto tropical, con una piscina al fondo y de nuevo, como en Hola, incluyendo la servidumbre, pero ahora, con mujeres supuestamente blancas, pero que realmente son mestizas y humildes, como parte del decorado general.
Una de las modelos que posó encantada para la fotografía, Belky Arizala, directora de la fundación “El alma no tiene color”, argumenta que aceptó posar desnuda para sentar su voz de protesta frente a la discriminación y, por su parte, el director de la revista, Daniel Samper Ospina señaló que es una reivindicación de la mujer negra. ¿Reivindicación de qué? Nos preguntamos nosotros. ¿Frente a qué estás protestando, estimada Belky?
Esta nueva imagen evidencia una situación igual y tal vez, mucho peor que la foto publicada en Hola. El trasfondo de discriminación racial se mantiene, pues no sólo usa el mismo tipo de estrategia, sino que de fondo existe una intencionalidad de dar respuesta, bastante desatinada, que realmente sólo obedece a lógicas del mercado y de la sociedad de consumo, a un hecho que socialmente generó el rechazo e indignación por parte de diversos sectores de la sociedad, entre ellos el académico.
Cuestionamos esta respuesta de la Revista SoHo porque hace uso del mismo tipo de estrategia de violencia simbólica doblemente intencionada y manipulada, que confunde la ciudadanía y manipula la opinión pública. Usar un grupo de mujeres afrodescendientes imitando la escena de la fotografía de la revista Hola, reivindica la mujer negra como un objeto sexual, cosificado, que privilegia la superficialidad de la imagen del cuerpo, con el agravante, además, que en este caso, no aparece un discurso, una razón o motivo distinto a sentimientos de venganza y retaliación.
No aparecen las mujeres negras como señoras de la alta sociedad, tal como sí son mostradas las blancas en la imagen anterior y que originó esta desacertada respuesta de parte de SoHo, sino que su valor en tanto mujeres negras se minimiza a la estética sensual y al discurso sexual impuesto por la cultura machista y por esa ideología del gran macho que reproduce SoHo, elevando al estatus de mercancía el cuerpo femenino; es esa apuesta editorial, periodística e ideológica de la revista SoHo la que alimenta ese apetito masculino, de allí que sea una revista para Hombres. No se destacan las mujeres negras por sus cualidades intelectuales, artísticas, culturales, sociales o por sus habilidades como empresarias, no. Se destacan como símbolo sexual, como simples objetos sexuales.
Para los medios de comunicación y, de manera particular, para SoHo, la imagen desnuda de la mujer es un instrumento de las fuerzas del mercado que le posibilita ganar adeptos- y adictos a los desnudos- en la sociedad de consumo, más allá de ser un canal de formación ciudadana. Este medio es un actor más que, con sus propios intereses, dista mucho de cumplir con una función social de formación democrática fundada en un periodismo cívico y crítico, de denuncia o reivindicación.
Por el contrario, SoHo entroniza en sus lectores el valor de uso y de consumo que sobre lo femenino, insisten otros actores de esa perversa industria cultural que insta en mantener esa idea de Hombre y de Macho, soportada en que su felicidad está exclusivamente en consumir mujeres. En lugar de proponer otro tipo de hombre capaz de construir relaciones simétricas y respetuosas con las mujeres, con el cuerpo femenino, la señalada revista persiste en un imaginario colectivo que termina confirmando ese carácter premoderno de un país y de una sociedad que culturalmente son conservadoras, violentas y excluyentes.
Es claro que SoHo usó como estrategia de venta, tal como lo ha hecho en otras ocasiones, la aparente reivindicación de la mujer negra. Pues en la imagen no existe un discurso que dimensione el rol político y social de la comunidad afrodescendiente. De aquellas mujeres que ocupan lugares en los distintos ámbitos de la sociedad, desde aquellos espacios donde aportan a la construcción de una sociedad diferente, o desde donde se denuncian injusticias y todo tipo de desigualdades y desde los cuales se lucha contra posturas discriminatorias y de segregación social.
Las mujeres jefes hogar y madres cabeza de familia, mujeres lideresas de comunidades y gestoras de procesos de paz, mujeres en las esferas del gobierno desde donde aportan a la edificación de un tipo de sociedad distinta que reconoce el aporte de los grupos minoritarios.
Lo que este tipo de respuestas genera en los ciudadanos es “un efecto de realidad” que puede mostrar y hacer creer lo que se muestra, que puede conllevar a un tipo de representación de la mujer que dista de ser real en la medida en que, en la vida cotidiana, la mayor proporción de mujeres, no se corresponden con las mujeres construidas por el mercado y visibilizadas a través de los medios de comunicación. Tanto SoHo como Hola hacen una discriminación racial y social de la mujer, con el agravante de que la primera, en una pretendida reivindicación racial, termina usando con fines meramente comerciales la imagen de la mujer afro.
Y frente a la postura que intenta, cual héroe, reivindicar la mujer negra, hay un situación particular: una visión práctica que les lleva a sacar el mayor partido, de las posibilidades que les ofrece el instrumento mediático del que disponen. Cabe, entonces, una reflexión más profunda y tiene que ver con la imagen que los responsables de los medios de comunicación tienen y dan de estos y de la verdad de su acción e influencia. Los medios de comunicación son, en conjunto, un factor de despolitización que actúa principalmente sobre las fracciones de clase más despolitizadas del público.
Esta banalización de la mujer negra excluida que hace SoHo, respondiendo a Hola, es mucho peor porque desdibuja más el rol de la mujer en una sociedad como la colombiana, y es por ello que como ciudadanía tenemos el deber y el derecho de combatir, pues sus efectos son tremendamente funestos para la cultura y la democracia.
*Docentes de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente
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