Máximo, hijo roquero de los Kirchner, sucederá a su padre


Estaba a cargo de negocios familiares, pero ahora es llamado a continuar el poder del kirchnerismo.

En medio de la adversidad, ante la pérdida de un ser querido nunca es fácil y agradable convertirse en el sostén emocional del resto de la familia, una hermana menor y de una madre. Máxime cuando el padre que se fue, era el espejo de uno, y la madre la Presidenta de la República. Pero mucho menos fácil es tener que ocupar un lugar, mucho antes de lo previsto, en el círculo de poder donde se toman las decisiones más cruciales de un gobierno. A todo eso se enfrenta Máximo Kirchner, de 32 años, quien emergió el pasado 27 de octubre como la figura de recambio en el universo K.

Ya no tendrá en su padre al guía, al compañero a la hora de enloquecerse con las gambetas de Giovanni Moreno ni podrá desatar junto a él su pasión por el Racing en el estadio o frente al televisor en El Calafate. De la noche a la mañana, ese día comenzó a dejar atrás su vida apacible de Río Gallegos, capital de Santa Cruz, donde administraba los vastos negocios familiares (con un patrimonio cercano a los 55 millones de pesos argentinos, unos 11 millones de dólares) desde las oficinas de la Inmobiliaria Sanfelice-Sancho, como las noches de rumba con los amigos. Su tímida pero constante incursión en la política, a través de una agrupación juvenil que no paró de crecer en los últimos años, lo tiene ahora como la cara visible en Buenos Aires y no ya conduciéndola desde la sombra en las lejanías patagónicas.

Su figura informal y algo desaliñada ya se convirtió en un ícono de la historia de ese día histórico en que falleció su padre, el ex presidente Néstor Kirchner. Ocupando la derecha de su madre junto al féretro, parecía posado en una atalaya desde donde no se le escapó detalle alguno, mientras saludaba a acólitos u ordenaba con gestos quién podía acercarse a darle el pésame a la Presidenta y quién no, o consolando a su madre y a su hermana Florencia. Fue durante esa popular capilla ardiente el escenario en que Máximo se presentó en sociedad como una figura de recambio en el universo político del Gobierno, aunque su actividad militante venía prácticamente desde que sus padres accedieron al poder.

Quienes lo conocen aseguran que su carácter retraído, su timidez y su siempre bajo perfil no fueron obstáculos para que llegara a amar la política tanto como al Racing de quien es fanático. En su caso, desde niño escuchó hablar de acuerdos, pactos, roscas y de lo que fue "la gesta militante" de los años 70. No en vano su agrupación se llama La Cámpora en homenaje del ex presidente Héctor José Cámpora, quien con el apoyo de Montoneros y de Juan Domingo Perón logró gobernar por 49 días durante aquel primaveral y confuso año de 1973.

Y es que alimentado por el relato de sus padres, sobre sus vicisitudes estudiantiles en La Plata en aquellos años, para este frustrado estudiante de Derecho (abandonó en primer año), fue el libro El presidente que no fue -una biografía de Cámpora, escrito por su secretario de prensa Miguel Bonasso-, el que había atrapado a Máximo en sus lecturas juveniles.

Hoy La Cámpora no sólo es una de las agrupaciones juveniles más notorias del kirchnerismo, sino que muchos de sus dirigentes pueblan las estructuras medias del Gobierno, llevados allí de la mano del 'Osito', como la Presidenta llama cariñosamente a su hijo.

A Andrés Larroque lo apodan 'el Cuervo', y ostenta la secretaría general de La Cámpora además de ocupar el cargo de director de Fortalecimiento de la Democracia en la Jefatura de Gabinete.
Mariano Recalde es hijo del diputado Héctor Recalde apoderado legal de la Confederación General del Trabajo (CGT). Cuando fue designado al frente de la restatizada Aerolíneas Argentinas todos lo vieron como una ficha sindical, pero con el paso del tiempo se observó que el muchacho responde más a Máximo que al cuestionado Hugo Moyano, líder de la CGT. El actual director de Estudios Políticos de la Secretaría General de la Presidenta, José Otavis, es otro que responde al 'Príncipe K' , al igual que Iván Heyn, que funge en la Corporación Puerto Madero, donde aún quedan tierras fiscales para desarrollar más y más emprendimientos inmobiliarios y el diputado por Buenos Aires, Juan Cabandié, uno de los nietos nacidos en cautiverio durante la última dictadura militar.

Todos son dirigentes llamados a ser el recambio generacional en ese sector del peronismo que reconoce el liderazgo de los Kirchner, a muchos de los cuales, durante el sepelio, Máximo, les dijo que "la bala que mató a ese pibe (Mariano Ferreira, el militante de izquierda asesinado por una pandilla sindical días antes) también mató a mi viejo", por el disgusto y la presión que recibió el Gobierno por ese crimen.

Esos son algunos de los hombres de Máximo en el Gobierno, desde que su padre vivía. "Ahora es factible que con su nuevo rol pase a ocupar otros espacios, ya que no sólo es el sostén emocional de su madre, sino un chico que tiene capacidad para observar la política", le dijo a EL TIEMPO en días pasados un ex influyente ministro del Gobierno de sus padres, al que Máximo, aseguran testigos, impidió que se acercara a brindarle el pésame a la Presidenta durante la capilla ardiente.

'Hijo de tigre'

Ya lo dijo el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. "Máximo es hijo e' tigre", una expresión que define al heredero con condiciones para seguir el camino político de su padre.

En Santa Cruz, donde sus ex profesores del Colegio República de Guatemala "lo recuerdan como un pibe sencillo que tuvo que cargar con el apellido", también lo señalan por haber impulsado la designación de su cuñada, la periodista y abogada María Virginia García al frente de la delegación local de la AFIP (recaudación de impuestos).

Hasta los que se convirtieron en duros críticos de sus padres, como el ex gobernador de esa provincia, Sergio Acevedo, le conceden al joven "una capacidad de análisis notoria y una gran pasión por la política".

Otros que lo acompañan desde el 2003 sostienen que tiene todas las condiciones necesarias para tomar decisiones desde cualquier cargo. Por lo pronto, esas decisiones no las piensa tomar desde cargo alguno. Máximo, junto a su novia, Rocío García, se mudaron a Buenos Aires para estar al lado de la Presidenta y para ocupar esa silla vacía que dejó su padre en la denominada "mesa chica" kirchnerista, la que, además de Cristina Kirchner, ocupan el ministro de Planificación, Julio De Vido, el secretario legal y técnico, Carlos Zaninni y el jefe de la SIDE (servicios de Inteligencia), Héctor Icazuriaga.

"No hay que descartarlo como candidato a legislador en el 2011, aunque no está acostumbrado a la exposición mediática, pero seguro que habrá decisiones gubernamentales de aquí en adelante que, si no llevarán su sello, al menos pasarán por el tamiz de su consulta", asegura un joven dirigente que resalta su capacidad de liderazgo.

Ahora a Máximo Kirchner, el joven que sólo quiso ser periodista deportivo -idea que le quitó su madre aduciendo que esa "no es una carrera universitaria"-, el futuro se le vino encima, hasta convertirse en presente.

Naipientdie sabe cómo seguirá de aquí en más su incipiente carrera política. Todo dependerá, en gran parte, de si su madre logra mantener ese 56 por ciento que hoy ostenta en las encuestas y consigue ser reelegida en octubre próximo.

Por las dudas, Cristina ya lo hizo posar charlando con Hugo Chávez o Luiz Inácio Lula da Silva. Y es que, si se llegara a dar ese escenario, la carrera de Máximo podría pasar a otros niveles.
Entonces ahí sí, y siempre teniendo en cuenta la dinámica que los Kirchner suelen imprimirles a las cuestiones de Estado, 'el Osito', estará llamado a erigirse en "el Oso Mayor" de la familia del poder.

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