Los venezolanos se olvidaron del lujo y sólo compran lo necesario
En Valencia muchas familias prefieren comprar los alimentos en los mercados al aire libre. Llegan a las 6:00 de la mañana y escogen todo lo que necesitan. Luego pesan la mercancía para saber cuánto deben pagar: cada kilo de fruta o de verdura cuesta 6 bolívares, a excepción de la cebolla que está a 10 bolívares.
Ángela Morales, una de las asiduas al lugar, destacó que compra las frutas y verduras allí y el resto de los productos los adquiere en un supermercado. “En estos tiempos hay que buscar y buscar hasta conseguir los mejores precios, y esta es una alternativa”, dijo. Estas compras las hace semanalmente.
Carmen Rojas reconoció que han cambiado los hábitos de consumo y recreación de su familia. “Antes decidía si llevaba una salsa para probar, ahora sólo adquiero los alimentos que son indispensables. Los tickets de alimentación me alcanzan para una semana”.
Por lo menos cada 15 días iba al cine con su esposo y su hijo, ahora casi no va. “Cada entrada vale 23 bolívares, más las cotufas, chocolates y refrescos.
Se necesitan alrededor de 200 bolívares para ir al cine, por eso vemos más películas en la casa. El dinero lo necesitamos para pagar luz, teléfono, colegio, condominio y la comida, que es lo más caro”.
Buscamos los productos más económicos”. Rechaza comprar en Mercal: “No me gusta la comida de allí”, asi dijo Melissa Vera
El alto costo de la vida es un problema de toda Venezuela, pues la inflación ha estado por encima de 20% en los últimos cuatro años, pero el índice nacional de precios al consumidor muestra que Valencia, Caracas y Maturín son las ciudades más afectadas por los incrementos de precios durante 2010.
En Valencia, la inflación acumulada de enero a octubre es 24,4%, casi punto y medio superior al promedio nacional que es de 23%. Al igual que en el resto del país, los rubros que más se han encarecido este año son licores y tabaco, con un alza de 31,6%; y alimentos y bebidas, con un aumento de 30,9%.
Los altos precios de los inmuebles y de los servicios médicos están entre las principales preocupaciones de los habitantes de Aragua. Para abaratar los costos viajan a Valencia, pues les resulta más económico comprar una vivienda en esa ciudad o recibir atención médica en los centros de salud privado.
Ninoska Delgado señaló que mientras en Maracay una vivienda recién construida en una zona de clase C puede conseguirse a partir de 700.000 bolívares, en Carabobo con esa suma de dinero es posible adquirir una casa en urbanismos de clase B.
Otro dolor de cabeza es cuando deben pagar el recibo de agua. La tarifa de la empresa Hidrocentro es superior a la que se paga en la capital carabobeña. Daniel Pérez refirió que mientras su familia cancela 35 bolívares por el servicio de su casa en la urbanización El Limón, en el noroeste de Maracay, los parientes de su esposa en Valencia cancelan 18 bolívares mensuales.
Maracay figura como la segunda ciudad donde más han aumentado los servicios de vivienda: 13,8%. La inflación global en la capital aragüeña se ubica en 22,8%, la quinta más alta del país.
Comida cara
Ni la ropa ni los servicios básicos producen tanta preocupación entre los marabinos como tener que resolver la alimentación de la familia. Eso piensa Sandy Lugo, de 34 años de edad, habitante de Las Termas, en el norte de Maracaibo. En su casa viven 6 personas. “A veces hay que ir a los Mercal para conseguir las cosas más baratas. Si no hay allí, me voy a los supermercados. Yo gasto 600 bolívares semanales en compras”.
Melissa Vera, de 55 años, afirmó que la comida está muy cara. En su casa de Los Haticos, en el sur de la ciudad, habitan 8 personas. “Con la cantidad de dinero que se compraba antes ahora sólo se compra la mitad.
Se necesitan alrededor de 200 bolívares para ir al cine, por eso vemos más películas en la casa, destacó Carmen Rojas
Buscamos los productos más económicos”. Rechaza comprar en Mercal: “No me gusta la comida de allí”.
Yenzy Petit, de 33 años, vive con su esposo en Los Haticos.
Compra a diario porque no le alcanza el dinero para ir semanal o quincenalmente al supermercado. “En víveres gastamos más de 80 bolívares diarios.
Compro por lo general, en una bodega que está por la casa”.
Hay ciudades que, aunque no se encuentran entre las más inflacionarias de 2010 en el promedio global, registran incrementos de precios por encima al resto en algunos de los 13 rubros que toman en cuenta el Banco Central de Venezuela y el Instituto Nacional de Estadística para hacer la medición.
Maracaibo, por ejemplo, es la ciudad con más inflación en educación con 24,1% y bienes diversos incluye cuidado personal, seguros y servicios bancarios con 26,1%. La capital zuliana presente el segundo mayor índice en alimentos (30,3%) y equipamiento del hogar (24,8%).
Barquisimeto es dónde más se ha encarecido el esparcimiento y la cultura, que incluye equipos audiovisuales, artículos de recreación, servicios culturales, periódicos, libros y paquetes vacacionales. La inflación de la capital larense en este rubro es 28,5%, casi tres puntos más que el promedio.
“Ya no se pueden comprar ni las mismas cantidades ni los mismos productos; nada de lujo. Para que pueda alcanzar el dinero hay que comprar únicamente lo necesario”, señaló Rosa Araujo, jefa de un grupo familiar integrado por 5 personas, que vive en Barquisimeto. Este año su capacidad de compra y acceso a bienes y servicios disminuyó 50%. “Para los barquisimetanos está difícil comprar comida, los precios están por las nubes. ¿Ir a un supermercado? Imposible”, expresó.
Su estrategia consiste en adquirir los productos en diversos establecimientos para extender el presupuesto. “Para mantener a mi familia necesito por lo menos 5.000 bolívares mensuales, con eso pago comida, salud, transporte y servicios básicos. Solo para alimentación destino la mitad de esa cantidad”.
Esta cantidad es la que también necesita Nathaly Gozaine para mantenerse ella, a su madre enferma y pagar una doméstica. “Gasto la pensión de mi mamá y mi sueldo, pero no me alcanza. Todos los meses saco un adelanto de mis prestaciones sociales para poder reunir lo necesario que me permita vivir como clase media”.
La enfermedad de su madre requiere de una inversión en salud constante. “Mi mamá sufre de Alzheimer y este año acaba de agotarse la cobertura del seguro al que la tengo afiliada.
Menos mal que el año ya va a terminar porque sino cómo haría para costear esos gastos en clínicas privadas y medicinas, por eso debo cuidar mucho mi HCM”, contó Gozaine.
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