Carlos González: "Jamás de los jamases hay que obligar a comer a un niño, bajo ningún concepto"
CARLOS GIL Carlos González es uno de los pediatras de moda. Quizá porque sus ideas rezuman mucho sentido común. Recientemente estuvo en Zamora y protagonizó varias conferencias, unas dirigidas a padres y madres y otras a profesionales.
-A los padres le ha hablado, entre otros asuntos de alimentación infantil. ¿Qué ideas ha transmitido en Zamora?
-Pues por ejemplo que los niños comen mucho menos de lo que la gente imagina, es algo normal. Jamás de los jamases hay que obligar a comer al niño por ningún concepto, de ninguna manera y con ningún método. Ya tenemos en España un 30% de niños con obesidad, solo faltaría que comieran más todavía. Y que te puedes ahorrar muchos problemas si desde el primer momento, es decir, desde los seis meses, en vez de darle a tu hijo purés y papillas especialmente preparados y en vez de metérselos tu con la cuchara y además distrayéndole con los "Teletubbies" pues le das comida normal y corriente, la misma que comes tu, y le dejas que la coja con la mano y se la lleve a la boca para que coma lo que quiera y lo que no quiera no.
-Pero en nuestra cultura, madres y abuelas han sido siempre propensas a "embutir" a los niños.
-Las abuelas no tanto. Por ejemplo, no hacían purés. Yo recuerdo cuando mi madre se compró un "minipimer", antes no había y los niños comíamos comida cortada por en cachitos. Y ahora niños de tres años están comiendo purés y si encuentran un trocito que quedó sin triturar les dan arcadas y entonces ya no comen en todo el día. Eso ocurre por haberles dado purés mucho tiempo y llega un momento en que al niño se le pasa la edad de empezar a probar. Al final acaban comiendo todo, claro, no hay niño de 13 años que coma puré, pero lo que hubiera sido muy fácil y rápido con seis u ocho meses resulta que con tres años es difícil, el niño llorando. Y los mismos padres que a los nueve meses dicen "hay que grande mi niño que se come esa papillita" a los tres años se quejan de "un niño tan grande comiendo papillita".
-¿Tenemos que hacer caso al niño cuando dice quiero más o no quiero más?
-Sin el menor género de dudas. El niño es el único que sabe lo que necesita comer, como cualquier ser vivo. Un mosquito, cuando tiene hambre, pica. Y tiene cerebro de mosquito. Entonces, tu hijo claro que sabe comer, si hasta los mejillones comen.
-¿Y cómo hacemos que coman pescado?
-A la mayoría de los niños el pescado no es lo que más les gusta. Pero no pasa nada. Los niños pasan por etapas bastante típicas: durante los primeros meses lo prueban todo, de hecho comen papel de periódico, o van gateando y le quitan las galletas al perro. Un niño que es capaz de comer papel de periódico también es capaz de comer lechuga. A partir del año o año y medio, según el niño, típicamente empiezan a decir, esto no me gusta, no quiero y llegan al menú infantil. ¿Si mañana llega a comer a tu casa un niño de ocho años qué preparas, acelgas?.
-Creo que no.
-No, harás macarrones, porque sabes que los niños de ocho años comen macarrones, pollo, patatas fritas, flan. Y bueno, alguno habrá que pruebe las acelgas, la lechuga o el pescado, aunque no muy entusiasmados. Y luego vuelven a cambiar y hacia la adolescencia o un poco después vuelven a comer de todo. Y cuando abren un restaurante tailandés o vietnamita, la clientela no tiene 70 años, tiene 25. Y luego los de 50-60 años son los que vuelven otra vez "a lo que estoy acostumbrado". Si a un niño le dejan en paz y no le presionan, comerá muchos más macarrones que verdura, mucho más pollo que pescado, pero la mayoría comen un poquito de verdura y pescado. Si insistes lo que consigues es que lo aborrezcan para siempre y entonces es una cuestión de odio a muerte. Y así se consigue que algunos no vuelvan a probar en su vida la verdura o el pescado.
-Ha hablado también de la autoridad de padres y madres. ¿Cuál es su punto de vista?
-Hay que comprender que todos los padres y madres tenemos autoridad sobre los niños que es natural, inevitable y proviene del hecho de que somos más altos, más fuertes, más viejos y tenemos más experiencia para saber lo que hay que hacer. Y sobre todo proviene de que nuestros hijos nos quieren muchísimo y están deseando obedecer. Los niños nos obedecen casi continuamente, pero hay que ser consciente de que la obediencia al 100% no se puede conseguir, es imposible.
-¿Y cómo actuar?
-Tienes que comprender que hay cosas más importantes y otras menos importantes. Las cosas realmente importantes todo el mundo sabe hacerlas. ¿Vas a dejar que tu hijo beba lejía, se tire por la ventana o le pegue a otro niño?. No. Pero nadie tiene dudas sobre esto. No hay ningún padre que se plantee comprarse un libro sobre cómo poner límites a los niños porque cuando va a beber lejía no sepa qué hacer. ¿Cómo es posible que haya gente planteándose cómo aprendo a poner límites?. Porque no estas hablando de los límites normales, que ya los sabías poner, sino de límites que no son lógicos, razonables, sino que son solo para demostrar quién manda aquí. Esto se hace por santas narices mías.
-Pero a veces los padres también están presionados.
-Les marean mucho con ese concepto de que una vez que le has dado un niño una orden es importante no ceder, no echarte atrás porque te toma el pelo, tiene superioridad. Eso son chorradas. El que no cedía era Franco, los gobiernos democráticos sí que ceden, tanto los de derechas como los de izquierdas. Cuando un gobierno democrático cree imprescindible hacer una determinada ley, la hace. Pero te dejan manifestarte, no te dicen "y tu calla, tú a mi no me repliques". Eso es lo que decimos los padres. Ahora, hay otras cosas que los gobiernos pensaban hacer pero no creen que sean imprescindibles y dicen, vale, íbamos a hacer esto, pero nos hemos encontrado protestas, manifestaciones en contra, entonces echamos marcha atrás y no lo hacemos.
-¿Y no hemos pasado de un modelo en exceso autoritario a otro demasiado laxo, que el niño haga lo que quiera?
-Puede haber alguno, pero realmente hay muy pocos padres que dejen al niño que haga lo que quiera. Y muchas veces en realidad eso no es permisividad, eso es pasotismo. Es decir, es más fácil dejar que el niño vea la televisión durante horas que apagarla y ponerme a jugar con mi hijo, contarle un cuento o llevarle al parque a pasear. Cuando ves padres que dejan ver al niño la televisión durante horas o que les regalan mucho dinero, les compran muchos juguetes carísimos a los que el niño no hace ni caso o les compran muchos dulces hay gente que dice, "le están consintiendo al niño y luego sale un niño malcriado". Pero no le están consintiendo, están pasando del niño. Los que en realidad están consintiendo al niño, es decir, dándole lo que necesita son los que apagan la tele aunque se tenga que perder el partido de copa y se llevan al niño a los columpios. Y eso no malcría al niño ni le produce ningún problema, sino que demuestra cariño y respeto hacia el niño. No podemos confundir las dos cosas porque luego hay padres a los que tienen atemorizados: "No lo cojas en brazos porque se malcriará". A ver, puedes coger a tu hijo en brazos todo lo que quieras, eso no hace ningún daño.
-¿Qué culpa tienen los "expertos" en este tipo de creencias?
-Tengo la sospecha de que muchos expertos han escrito el libro mientras su esposa criaba al niño. Y lo que te dice el experto no es lo que está haciendo su esposa con su hijo.
-Ha hablado también con los profesionales. ¿Con qué ideas?
-Hemos hablado de la importancia de la posición del niño al tomar el pecho, de las grietas, de los frenillos de la lengua que a veces dan problemas en la lactancia, de medicamentos y lactancia, el seguimiento de las gráficas de peso, que es un problema que trae a muchas familias por la calle de la amargura y hay que comprender que la mitad de los niños están por debajo de la media. Por eso se llama media. Y el 3% de los niños están por debajo del percentil 3, y son tan normales como los otros, no hace falta estar gordo para ser normal.
-En lactancia materna da la impresión de que hemos avanzado bastante, ¿no?
-Ha habido un cambio profundo en unas décadas. Hay cada vez más niños que toman el pecho un año, dos y tres, cosa que hace 30 años era impensable, era difícil pasar de un mes. Una vez superados los primeros problemas que tenían las madres y que les llevaban a abandonar la lactancia rapidísimo ya no hay motivos para dejarla.
-¿Hay problemas objetivos que justifican dejar la lactancia?
-Si, hay niños que no engordan lo suficiente, madres que tienen grietas o dolor, pero en casi todos los casos, con el asesoramiento correcto de una persona con experiencia se podrían solucionar. También es verdad que no todas las mujeres tienen leche, hay tetas que no funcionan, pero no es el 30%.
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